viernes, 2 de septiembre de 2011

ANÁLISIS DE ESCENARIOS Y SUS APLICACIONES EN EL ÁMBITO DE LA PLANIFICACIÓN NAVAL.



        Hacer mención a la expresión “escenarios” en cualquiera de sus aproximaciones, es usar o valerse de vocablos como concepto, visión, futuro y lo que ésta representación contiene. El contenido está referido a la idea o al sentimiento que esta herramienta tiene en cuanto a su significado y lo que se aspira en función de lo que se representa en pos de la obtención de algo de manera inmediata o mediata.

En la Armada los estudios de escenarios se comenzaron a hacer de forma experimental a partir del año 1996, luego que un grupo de oficiales por iniciativa personal estudiaran las bondades de ese enfoque metodológico de naturaleza sistémica compleja. Realmente fueron los VA A. Monagas, Alm. C. Giacopini y el autor de este texto. De igual manera habría que incluir al CN Guevara Obando quien desde la Escuela Superior de Guerra Naval ofreció a los cursante de ese entonces unas herramientas metodológicas que la industria petrolera nacional ya tenía tiempo utilizando, así como las grandes corporaciones transnacionales.

Así pues, la manera como se abordó la experimentación fue la clásica de la prospectiva, si seguimos a M. Godet y sus continuadores, es decir, idear un escenario deseable considerando todos los óbices para alcanzarlo y construir ese escenario desde el presente siguiendo una técnica que combina el Método Delphi y matrices de diferente naturaleza. Al respecto, en el antiguo Estado Mayor General de la Armada se elaboró una imagen de futuro a partir de la construcción de sesenta y cuatro (64) escenarios manejados de manera secuencial junto con otras series de escenarios de menor escala. Esto fue lo que se visualizó entre los años 1997-1998…

“La tendencia del sistema internacional es la de la materialización de conflictos de naturaleza violenta en el ámbito interestatal e intraestatal. Venezuela en ese contexto se encuentra ubicada en un área periférica de las principales zonas de conflicto,… (pero) el Estado está siendo afectado y será afectado por…”

“A escala regional se prevé la materialización de conflictos de baja intensidad, motivado a la extracción ilegal, subversión y narcotráfico. De igual forma, se estima la materialización de conflictos intraestatales, producto de los desequilibrios internos…, además de los desequilibrios probables que surgirán por el relevo generacional en la isla de Cuba… y otros conflictos interestatales porque aun permanecen remanentes problemas de carácter territorial entre Estados”.

“La cohesión social jugará un papel preponderante para la toma de decisiones del Estado venezolano;… Sin embargo, dadas las fuerzas que están interactuandio, tanto en el ámbito nacional como internacional, se prevé que la cohesión se fortalecerá…,… la Armada deberá estar preparada… para el llenar los vacíos que puedan dejar las potencias coloniales del área”

Esta propuesta generó un movimiento en la Armada, pero ello no significó que se convirtiera en conocimiento organizacional, algo que fuera considerado para la toma de decisiones en todos los niveles de la organización. El ejemplo más evidente fue que esta imagen de futuro fue poco considerada para la elaboración del Plan Estratégico de la Armada (PLESAR) que tendría vigencia hasta el año 2010. Ahora bien, habría que decir algo acerca de los aciertos y desaciertos de esta propuesta. En primera instancia, ciertamente el carácter de país petrolero, con todas las implicaciones técnicas del caso nos involucraban como actor político de importancia en la escena internacional. Ello significó que desde la perspectiva de los escenarios se estaba considerando a Venezuela como un actor en las relaciones internacionales dentro de un contexto de alta conflictividad social regional y el PLESAR, realizado de manera conservadora, se consideraba al país alineado a EE.UU. y por consiguiente un objeto de dichas relaciones.

Este error fue igualmente cometido por Petréleos de Venezuela S.A (PDVSA) y refleja la inercia que siguió el país luego de las crisis políticas que sufrió en los años 1989, 1992 y 1993.

En cuanto a la situación regional, las estimaciones que se hicieron en relación con la conflictividad etnico-social no consideraron los cambios políticos ni el reordenamiento de las relaciones políticas en la región. En el caso de Cuba persiste aún el interrogante. Las estimaciones del año 1998 fueron que seguirían el modelo chino de apertura, y eso en cierta forma ha estado ocurriendo. La falla en ese entonces fue que no se imaginó la intensidad de la relación que actualmente mantiene Venezuela con ese país. El otro aspecto que es importante destacar y que fue estimado en el año 1998, fue que los problemas de definición de límites en el área volverían a la palestra pública. La razón ha sido el interés en explotar los recursos no vivos ubicados en las áreas submarinas en las cuencas del Caribe y del Atlántico Meridional.

Con respecto a la situación nacional, se puede afirmar que hubo un gran acierto. A pesar de la turbulencia que vivió el país entre los años 2001-2004, hoy día no existen los altos niveles de fragmentación político-social que estuvieron presentes en el año 1998. Ello no ha significado la solución de los graves desequilibrios sociales, pero al respecto se ha observado que han disminuido los niveles de pobreza crítica con el grave inconveniente que estos logros han estado sustentado en una creciente dependencia del petróleo dentro de un contexto caracterizado por una gran inestabilidad financiera internacional.

Siete (07) años después del esfuerzo antes presentado, en el año 2005, fue retomada esta metodología y gracias a la cooperación del CN Touceiro Adrían en el Estado Mayor Naval fue revisado y reevaluado el trabajo previo, esta vez contando con una plataforma tecnológica que otorgó una gran flexibilidad. A continuación se muestra la imágen de futuro que se determinó:



Este resultado, que evidenciaba la situación que tenía la mayor probabilidad de ocurrencia, no ha sido diferente a lo que han presentado muchos organismos internacionales. El asunto es la actitud que se asumió frente a ese visión que se toma como posible, es decir, construir el futuro desde el presente para contrarrestar la tendencia. Este trabajo fue presentado al Almirantazgo, en el año 2006 y ello permitió que se estableciera un futuro deseado, tal como se muestra a continuación:

hora bien, a pesar de las similitudes que se pueden deducir de estos esfuerzos realizados en momentos diferentes, hay dos aspectos que deben ser tomados en consideración:

·         Estas visiones son concordantes con las comparaciones realizadas en los años anteriores y posteriores a 1998, mencionado precedentemente, con lo cual no se ha estado descubriendo nada nuevo. Lo nuevo fue que el referente era Venezuela.
·         El momento 1998 y el momento 2006 fueron diferentes: 1998 fue de quietud y 2006 fue de movimiento, un movimiento determinado por la ocurrencia de cambios que ya habían sido visualizados en el año 1998, pero en un contexto de finitud del individuo en y frente a la organización.

Sobre el tema de la finitud es donde se hará enfasis en este trabajo debido a que ello plantea el siguiente interrogante: ¿Cómo construir futuro de forma mediata, cuando se nos agota el tiempo institucional de manera inmediata?. Dicho de otra manera, las Armadas necesitan por lo menos de una generación para su constitución y consolidación, sobre todo hoy día, cuando estamos viviendo un cambio drástico en lo concerniente a la naturaleza de la guerra. Es un asunto de decisiones que impactan a largo plazo si seguimos los paradigmas de Mahan, Castex, Masson, Till, Gorshkow, etc., pero, cuando se tiene el poder de decisión a lo sumo se tiene poco menos de tres años para construir algo, y eso trae como consecuencia que a la idea de futuro se impone la idea del presente. Lo afirmado se evidenció en lo siguiente:

·         La visión de largo plazo del país, con algunas excepciones tenía un horizonte de cinco años que se podía extender si se mantenía en el gobierno la misma bandera política. Eso cambio en el año 1998, pero en ese año no se pensó un horizonte de diez años, al contrario se impuso un proceso de construcción de un Estado socialista. Y en ese proceso nos encontramos en la segunda etapa. Una etapa que terminará en el año 2012.
·         Los escenarios prospectivos que manejó PDVSA, un universo diferente al del Estado, hasta el año 2001 fueron muy exhautivos, pero no consideraron que tanto Arabia Saudita, como nuestro país podían generar cambios en el sistema como en efecto ha sucedido. Hoy día parece que si existe un alineamiento entre PDVSA y el Estado.
·         Antes de la elaboración del PLESAR, la visión de largo plazo de la Armada, se extendía a un maximo de dos años y no necesariamente estuvo alineado con los planes del país.
·         El PLESAR vigente hasta el año 2010, a pesar que el trabajo experimental de escenarios realizado en 1998 tenía un horizonte de futuro de diez años, los decisores no tomaron en consideración esta propuesta y prefirieron seguir la inercia determinada por los dictamenes impuestos por la política nacional y la visión estratégica de PDVSA, proclive en ese entonces a sequir la pauta de intereses extranjeros. Esto significó que hubo una discrepancia entre el proyecto nacional liderado por el presidente del Estado y los planes de la Armada.

Esta relación de hechos muestra de manera clara el problema de la inmediatez frente a la mediatez cuando el efecto de una decisión con impacto en el futuro es tomada por quienes no van a vivir ese futuro desde el punto de vista organizacional. La actitud de los decisores ha sido, en consecuencia, la de la moderación, es decir, buscar un punto intermedio entre el presente y el futuro que no represente un grave compromiso institucional. Esto plantea otros interrogantes: ¿Qué es futuro para la organización a partir de una visión personal?, ¿Qué es presente?, ¿Qué es pasado?.

El presente, como signo de la inmediatez nos sobrecoge por las contingencia en un contexto de limitaciones, el pasado y el futuro son extensiones de una vivencia, de un estar-ahí del que toma la decisión. El estar-ahí, no ha estado en la Armada, pero la Armada debe asesorar y ejecutar acciones en su ámbito de competencia, espacio del que depende el país en lo concerniente a su uso como vía de comunicación y fuente de recursos. La Armada representa una parte de la extensión espacio-temporal del país en sí, como totalidad y el país se expresa en su capacidad de usar el espacio en cuestión.

Desde este contexto el estar-ahí de la Armada está dado por su capacidad para cumplir su misión dilatando el tiempo en terminos de efectividad en un espacio determinado. Hay que tener presente que el ser es el tiempo. No es el ser de la organización, es el ser de los hombres dentro de la organización. Los hombres son los que tienen vivencias dentro y a partir de la organización y la toma de decisiones. Son seres-ahí unidos por una estructura jerarquizada, centralizada ubicada en diferentes planos de subjetividad, tratando de prolongar desde el pasado y/o desde el presente, lo bueno de éste al futuro. Por lo que el futuro es, en una primera instancia, un deseo de extender lo bueno desde el pasado, pero hecho de manera fragmentada por lo que los resultados son generalmente modestos en función del deseo de la totalidad. El aspecto a tener en consideración en esta perspectiva es que los sujetos que conforman la organización, cuando cooperan, el todo, la Armada actúa efectivamente.

El presente como continuación del pasado es la certeza de lo que se es y el futuro, en este contexto de la decisión es extender la certeza como condición sine qua non para asegurar ese bien. La pregunta entonces es ¿Qué es lo bueno en y para una organización de cooperantes?. Se podría afirmar que es todo aquello que asegura autosostenimiento, autoreferencia y autosustentación en función de la naturaleza de la comunidad política y del modo como esta se rige. El problema ahora es saber qué significa lo bueno en la organización. Estimo en este sentido que lo bueno podría ser la utilidad de la Armada frente a la comunidad política. Esta utilidad depende no sólo de la necesidad sino de que exista conciencia de la necesidad. La necesidad depende de la forma en que se construye y se ha construido lo social en el país. Ello implica entonces, el determinar cómo construir escenarios a partir de singularidades que cooperando actúan efectivamente en un contexto de cambios, de turbulencia, sobre todo en el ámbito nacional e internacional, a partir de unas necesidades, es decir, de un querer establecido por los cooperantes.

Este cambio, desde el punto de vista filosófico significa cambiar el anclaje ontológico de lo uno (el Estado o la Armada) a lo multiple (los sujetos que conforman la organización Armada y país). La consecuencia de esta orientación es que el pensar y el hacer se va a dirigir también a la construcción o liberación de nuevas subjetividades y el objeto de la prospectiva sería conocer cómo los diferentes planos de subjetividad representan oportunidades para el pensamiento y la acción.

Las dos muestras de escenarios presentadas precedentemente fueron dos fotos tomadas en dos momentos determinados, fueron dos conceptos que intentaron orientar para la acción en función de un algo que se quería a partir de una serie de supuestos asumidos como invariantes. El hacer, los resultados, han sido problemas. ¿Cuáles han sido estos problemas?. En primer lugar, El Presidente de la República se hizo hace dos decadas una imagen del futuro del país y ha sorteado una serie de óbices para llegar hasta donde ha llegado. La imagen de futuro que él se hizo fue en un momento estatico, muy anterior y diferente a lo que se hizo de escenarios en la Armada. Una vez que el jefe del Estado actual se hizo con el poder comenzó a imponer su proyecto de futuro con los ajustes del caso y la Armada consecuentemente ha tratado de ajustar el futuro establecido en el PLESAR a las nuevas realidades.

En segundo lugar, las crisis políticas sufridas por el país entre los años 2002 y 2004 supusieron desde sus fundamentos el fin del PLESAR y la Armada necesitó desde ese entonces reorientar su norte. Ello explica, el esfuerzo intelectual producido entre los años 2004 y 2006. En esos años se hizo una evaluación del método histórico desde sus fuentes originales y la consecuencia de este esfuerzo fue la elaboración de un concepto fundado en el proceso de construcción de lo social. Este trabajo permitió a la institución adecuarse a las circunstancias en la fase de cambios y turbulencias que vivió el país gracias a que se procuró, desde la filosofía y la experiencia, los fundamentos para poder ver más allá, prospicere, para manejar las opciones más convenientes en función de un sólo objetivo que complementaba desde un fundamento y una optica diferente el proyecto nacional.

En tercer lugar, a pesar de los logros alcanzados por la Armada entre los años 2005 y 2008, se observó que desde el año 2007 se produjo una desviación entre el proyecto nacional y la praxis política que lo estaba llevando a cabo y esta distorsión afectó no sólo las líneas de acción estratégica del mismo gobierno nacional, también produjo una paralisis en el pensar y el hacer que arrastró a todas las instituciones, incluyendo a la Armada. Las causas de esta distorsión han sido muchas, pero la más importante ha sido la poca fe en el proyecto político que ha impuesto una gran parte de la burocracia que ha regido el país desde ese año. La distorsión existente entre proyecto nacional y praxis política se ha exteriorizado en la sensación de la inexistencia de un norte y de un rumbo que permita alcanzarlo a no ser por las pautas genéricas que ha dictado el jefe de Estado.

Por este motivo, para determinar la viabilidad del Análisis de Escenarios y sus aplicaciones en el ámbito de la Planificación Naval se debería:

·         Considerar la naturaleza del plano (o los planos) de subjetividad sobre los cuales se funda las bases para la acción.
·         Valorar la visión y la voluntad de seguir ésta de manera irrenunciable, y
·         Mantener una evaluación constante de los óbices que puedan evitar que se alcance ese futuro.

Es posible que se argumente la limitación de medios actualmente notoria en el ámbito operacional, el ámbito que determina la razón de ser de la Armada. Pero la alineación con el proyecto nacional, la posesión de una misión y visión claras no sólo desde la perspectiva naval, sino nacional y la conciencia de obrar para el bien del país, dan la flexibilidad suficiente para pensar y hacer en éste periodo de cambios y antagonismos en curso. Por tal motivo no debería haberse presentado problemas desde la perspectiva de la planificación naval antes y después del PLESAR, sin embargo, este ha sido el principal óbice que históricamente ha afectado a la Armada. Este obstaculo se intentó resolver en el pasado, pero con la dificultad de que ha faltado la cooperación. Esto es lo que históricamente ha empujado a los conductores de la Armada a seguir una visión fragmentada y tomar decisiones con efecto de corto plazo a partir de una viviencia personal basada en la individualidad.

El pasado de los decisores logicamente ha sido muy corto en relación con el pasado de la Armada. Se requiere de mucho conocimiento de la historia para saber que errores se pueden volver a repetir. Por ello, para hacer mención al pasado hay que tener presente lo siguiente: historico es todo aquello que debe ser mantenido presente. Este “debe” está referido a aquello que da autoperpetuidad y autoreferencia, por lo cual es pertinente repetir el mensaje que dio el Ministro de Guerra y Marina, el Coronel Isaias Medina Angarita, en el año 1936 en relación con la entrega de la Memoria y Cuenta:

“… debo trataros expresamente de otra necesidad de primer orden, que está latente en la conciencia de nuestros compatriotas; preocupa al gobierno y exige con imperio la más seria consideración. Es lo que Venezuela no tiene Armada verdadera, pues los escasos barcos de que dispone, todos pequeños y muy antiguos no pueden ni aun reunidos combatir contra cruceros poderosos”.

“Una nación como ésta de tan dilatado litoral marítimo de abundantes aguas navegables en el interior y de tan vasto y productivo territorio, no puede sin consecuencias fatales, desestimar como uno de los negocios más vitales el fomento de la Marina de Guerra. Lo pide su seguridad política, la protección de su comercio naval, su porvenir. Lo demanda la protección debido a sus hijos y sus bienes allende el mar llegado el caso” (Perez, 2000:79).

Esta cita permite hacer la pregunta ¿Qué es lo que debemos mantener presente?, ¿Qué debemos extender hacia el futuro?. En relación con nuestro pasado, hay que decir que estamos en una fase de desocultación, porque de lo que nos conocemos en si, hay que traer al presente muchas vivencias: Si tomamos como base lo malo que no se debe repetir, tenemos mucho, desde los bloqueos imperialistas, la guerra submarina en el Caribe durante la Segunda Guerra Mundial, hasta la actual dependencia del mar y nuestra poca capacidad para usarlo. Si tomamos como base lo bueno y no la retorica de la guerra de independencia que sirve para crear identidad pero no para construir futuro, lo unico que hemos mantenido como país marítimo han sido las instituciones marítimas españolas que dieron vida a lo que seria la Capitanía General de Venezuela a finales del siglo XVIII y que luego del año 1903 recuperó el gobierno nacional luego de la amarga experiencia del bloqueo.

La importancia del pasado desde el punto de vista organizacional nos la recordó el Jefe del Estado cuando nos indujo a revisar nuestra historia para hacer un nuevo pensamiento militar. Hoy día habría que reconocer los trabajos de la Lic. Hadelis Jimenez, el CN Luis Farage, el CN Bracho Palma, el CN Jimenez Rattia y otros oficiales que se han empeñado en darnos pistas para construir, desde el pasado una imagen de futuro. La ventaja de tener que desocultar algo que fue extraño para nosotros es que si tomamos lo bueno que hay que mantener presente y lo malo que no debe ser repetido, es que en la época de cambios que estamos viviendo, la propuesta política que nos impulsa a hacer también propuestas, requiere del concurso de todos para construir la plataforma para aprovechamiento, uso y defensa de los espacios acuáticos que sirva para dar viabilidad y sustentabilidad política a la comunidad venezolana en un complejo escenario nacional e internacional. Esto plantea una dialectica entre la forma y lo que es entendido como evento, evento en tanto que cambio futuro.

La forma está dada por las tradiciones navales, pero ¿cómo es posible apelar a la tradición cuando fue en fecha reciente que empezamos a descultar nuestro pasado?, ¿A cuál forma nos referiamos cuando hablabamos de tradiciones?. Es posible afirmar que la fuente del inmovilismo, de la quietud de la Armada estuvo dada en una época por la naturaleza del modelo político imperante y esta quietud fue perturbada por circunstancias aisladas como las tensiones en el Golfo de Venezuela, Cararabo, ¿Se puede decir, etc.?, que nos dijeron algo más de lo que la inercia impuesta nos decía. La Armada, el Estado, sólo se movió ante estos eventos que discutiblemente fueron portadores de futuro porque no produjeron efectivamente un cambio de actitud.

En el pasado reciente también han ocurrido en la esfera internacional otros hechos que han sido portadores de futuro sobre los cuales no se ha movido el Estado a pesar de los esfuerzos que ha hecho la Armada para dar respuesta mediata a los mismos. Estos hechos han sido:

·         La ampliación del espacio de conflicto a los espacios abstractos o virtuales que en si representan un cambio de la naturaleza de la guerra y un cambio de la concepción espacial de los conflictos sólo posibles de ser librados por intermedio de plataformas adecuadas a tal fin.
·         Las medidas antiterroristas que se han tomado en el seno de la Organización Marítima Internacional que supone el control de casi  todo el tráfico marítimo a escala global.
·         El crecimiento de las flotas de guerra de Rusia, China, India y Japón para proteger su tráfico marítimo especialmente petrolero.
·         La des-territorialización / territorialización de los espacios marítimos ubicados en lo que se conoce como la Plataforma Continental Extendida para efectos de extracción de recursos.

Estos hechos portadores de futuro permiten inferir la alta probabilidad de ocurrencia de eventos que tendrán una gran incidencia sobre la comunidad venezolana. El impacto de estos hechos portadores de futuro no ha sido exhautivamente valorada por el Estado ni por los conductores del proyecto político en curso y su consecuencia a corto y mediano plazo se va materializar en inmovilidad político-estratégica.

El futuro ha sido reconocido bajo tres formas diferentes incluyendi a aquella metodológica enunciada al principio de estas reflexiones. La segunda que lo entiende como producto del azar y la tercera determinada por un destino que nos fue impuesto y debemos seguir con fe. La visión metodológica prospectiva persigue convertir el futuro como algo determinado a partir de una construcción. El enfoque centrado en el azar, que es la que se ha materializado en inmovilisimo y/o oportunismo, parte de una actitud reactiva frente a aquello sobre el cual no se ha reflexionado. La creencia en el destino, parece aquí que se ha convertido en forma, sobre todo en lo concerniente a los valores y de lo que el ser-ahí ha racionalizado como seguridad. El futuro, consecuentemente, entendido como forma, porque proviene de una entidad superior, deidad personificada, es lo que parece que nos determina y nos mantiene aún atrapados.

El reto que presenta la Armada como una entidad cooperativa es lidiar con estas tres ideas de futuro, dentro de un contexto de movimiento, de cambio, que se traduce en poca información para la toma de decisiones. Esta circunstancia amerita una flexibilidad estructural para afrontar el reto de ser útil de la mejor manera posible y ello sólo es sólo factible contribuyendo a la construcción de un plano de inmanencia que permita la coexistencia de diferentes subjetividades en una multiplicidad hoy día denominada Venezuela. Sin cooperación, no hay decisión y la construcción de escenario se convertiría en una ayuda para intuir que puede pasar, pero no para construir futuro.

Al respecto el problema metodológico es romper con el paradigma del individuo como agente epistémico e indagar sobre las singularidades que por intermedio de relaciones cooperativas conformen un cuerpo a-centrado, sin jerarquías que fomente la autoperpetuación mediante la autoreferenciación y la autorealización. Ello implica un proceso de interpretación y reinterpretación, que en la circularidad del proceso en sí, nos permita establecer conceptos que faciiliten la autoorganización dentro de un contexto de mutiplicidad. Es generar una capacidad de autocreación, autopoiesis y por consiguiente, ser una entidad capaz de producir conceptos y acciones.

Consecuentemente, la aplicabilidad de los escenarios en la Armada en el futuro mediato estará dado por la relación inmanencia-multiplicidad-producción. Esta relación facilitará el establecimiento de conceptos que ayuden a construir un norte, para que las evaluaciones continuas de las imágenes de futuro que se construyan a posteriori den las herramientas necesarias para llegar a puerto seguro. Los modelos subsiguientes deben estar referidos a la totalidad, es decir, al plano de inmanencia autocreado para que luego la totalidad esté en cada singularidad que decida y actúe de manera cooperativa y potencie al todo entendido éste como la Armada, como instrumento y la Venezuela multidimensional como un estar-ahí extendido del presente, al pasado y al futuro.

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