sábado, 2 de noviembre de 2013

NUEVAS CONCEPCIONES SOBRE SEGURIDAD Y DEFENSA EN UN CONTEXTO DE POST GUERRA FRÍA.




Hablar de seguridad y defensa en el contexto actual hace necesario preguntarse ¿qué es seguridad y defensa? Y ¿quiénes son los objetos de seguridad y defensa? La causa de estos interrogantes obedece a que el fin de la guerra fría ha significado el fin de un orden instituido en el año 1648. Este orden fue consecuencia de la interrupción de un proceso histórico que se inició en Europa a mediados del siglo XV y tuvo consecuencias primeramente en ese continente y en América y posteriormente en el resto del mundo.

En Europa porque de una concepción cerrada de un mundo regido por un poder trascendente se comenzó a pensar en un universo infinito de infinitos centros permitiéndose con ello que el hombre comenzase a regir su propio destino. En esta corriente se inscribieron hombres como Nicolás de Cusa, Marcilio Ficino, Nicolás Maquiavelo, Tomás Campanella, Giordano Bruno y Baruch Spinoza. El cusano y Ficino demostraron la coherencia de un nuevo saber ontológico inmanente basado en la “afirmación de los poderes de este mundo”, Maquiavelo a partir del humanismo profundizado por los dos anteriores autores, concibió una nueva manera republicana de entender la política y Bruno y Campanella dieron su vida por oponerse a la conquista y colonización de América. Spinoza recogió el pensamiento de todos estos autores y trató de proponer una forma de concebir el mundo y la política que en sí fue un intento de dar al traste con la ruptura iniciada con las luchas por el poder que se materializó con el tratado de paz de Westfalia que puso fin a la Guerra de los Treinta Años. ¿Qué representó ese orden instituido en el año 1648? En primer lugar, la apropiación de los modos de producción y de la base material que hace ésta posible y su posterior desarrollo a partir de la manipulación de la subsunción tiempo-valor-trabajo, en segundo lugar, la división del trabajo y consecuentemente la especialización de la producción. América no fue ajena a este proceso, al contrario aún en el presente lo estamos padeciendo (Blanco, 2012).

¿Cómo se manifestó este proceso en el continente americano? Se ha manifestado bajo dos formas, en primer lugar, en un proceso de abigarramiento si usamos la expresión de René Zabaleta que se profundizaría después del siglo XIX y XX con los procesos independentistas y posteriormente con las migraciones. En segundo lugar, con algo que describió Aníbal Quijano a partir del concepto de colonialidad del poder. El abigarramiento Zabaleta lo definió como la “sobreposición desarticulada de varias sociedades, es decir, de varios tiempos históricos, de varias concepciones del mundo, de varios modos de producción de subjetividad, de socialización y sobretodo varias formas de estructuras de autoridad”[2]. En relación con la colonialidad del poder, Quijano expresó  que era uno de los elementos constitutivos y especícos del patrón mundial de poder capitalista y se fundaba en “la imposición de una clasicación racial/étnica de la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la existencia social cotidiana y a escala societal”[3]. Esta forma de colonialidad determinó una relación jerárquica del poder que sólo empezó a cambiar a finales del siglo XX.

Estas dos formas en que fue afectada la región han sido objeto de importantes estudios en época reciente debido a que, en el caso de la preocupación de Zabaleta por la sobreposición desarticulada de nuestras sociedades que era vista como una desventaja, hoy en día ha abierto condiciones de posibilidad de repensar nuestras sociedades desde una perspectiva democrática en un sentido más absoluto. De igual forma, si bien el concepto de colonialidad del poder está vigente, en su sentido negativo, los cambios políticos que se han producido en la región desde finales del siglo pasado, permite de nuevo repensar el conflicto contra ese patrón de poder mundial desde otras perspectivas, considerando, en primer lugar, que los procesos sociales que han producido grandes movimientos migratorios hacia los centros de poder mundial ha generado la reproducción de la estructura social abigarrada de nuestra región permitiendo a las nuevas estructuras políticas regionales proyectarse más allá de nuestras latitudes. En segundo lugar, el abigarramiento de las sociedades que conforman los grandes centros de poder mundial, hoy en día, los ha obligado a establecer dispositivos de control biopolíticos cada vez más estrictos extendiendolos de multiples y variadas maneras a nuestras sociedades gracias a subsunción real y formal de la sociedad (Negri, 2010:75)[4]. En tercer lugar, quiero referirme a dos estudiosos del tema de la guerra, es decir, van Creveld y Luttwak. Estos dos autores presentaron en el año 2011 una serie de reflexiones en una seminario realizado en Oxford titulado Post-heroic warfare. En este seminario además de haber mencionado el carácter difuso que ha asumido la guerra actual por la aparición de nuevos actores y nuevas formas de plantear el conflicto, y como ya hemos señalado por el abigarramiento de tadas las sociedad de los Estados que conforman la comunidad internacional como un todo, destacaron la poca proclividad de los centros de poder mundial en asumir bajas militares en conflictos foráneos. Este hecho ha traído como consecuencia el creciente empleo de medios roboticos y de empleados de seguridad de muy distintas y variadas formas, y en segundo lugar, que el conflicto global actualmente existente se plantee como guerras civiles en los territorios de otros Estados en diferentes ámbitos del quehacer humano tal como lo han reseñado los coroneles chinos Qiao y Wang (1999)[5].

En este contexto es que se hace necesario reflexionar sobre la seguridad y la defensa debido a la necesidad de garantizar la preservación de las condiciones político-sociales de libertad que han permitido a una gran parte de la población continental perseverar en su propia existencia en mejores condiciones que antes de que se produjeran los cambios políticos antes mencionados. Venezuela adoptó, dentro del fragor de la lucha política materializada en ese entonces por el paro petrolero, dos conceptos básicos que nos van a ayudar a examinar la consistencia de los conceptos de seguridad y defensa más o menos vigentes en una escala más amplia. La Ley Orgánica de la Seguridad de la Nación de la República Bolivariana de Venezuela establece en su artículo Nº 2 que:

“La seguridad de la Nación, está fundamentada en el desarrollo integral, y es la condición, estado o situación que garantiza el goce y ejercicio de los derechos y garantías en los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar, de los principios y valores constitucionales por la población, las instituciones y cada una de las personas que conforman el Estado y la sociedad, con proyección generacional, dentro de un sistema democrático, participativo y protagónico, libre de amenazas a su sobrevivencia, su soberanía y a la integridad de su territorio y demás espacios geográficos”.

Como desarrollo integral se entiende:

“… la ejecución de planes, programas, proyectos y procesos continuos de actividades y labores que acordes con la política general del Estado y en concordancia con el ordenamiento jurídico vigente, se realicen con la finalidad de satisfacer las necesidades individuales y colectivas de la población, en los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar”.

Por su parte, la Defensa Integral es definida en el artículo Nº 3 como:

“…es el conjunto de sistemas, métodos, medidas y acciones de defensa, cualesquiera sean su naturaleza e intensidad, que en forma activa formule, coordine y ejecute el Estado con la participación de las instituciones públicas y privadas, y las personas naturales y jurídicas, nacionales o extranjeras, con el objeto de salvaguardar la independencia, la libertad, la democracia, la soberanía, la integridad territorial y el desarrollo integral de la Nación”.

El fin de esta ley fue, desde que en la Asamblea Constituyente del año 1998 se discutió el tema de la seguridad, acabar con el concepto de seguridad de Estado vigente hasta el advenimiento de un nuevo poder constituido. La causa de este propósito tuvo que ver, en primer lugar, con la contradicción que suponía considerar como enemigos a una parte de dicha comunidad política para beneficio de un orden constituido y, en segundo lugar, porque el antiguo régimen ejerció su poder usurpando la ciudadanía a una parte importante de la población. Por supuesto que aquí tiene que ver el tema de la subsunción real desde el mismo momento que estando una comunidad política integrada a la economía mundial, dentro de un contexto de especialización, dicha comunidad está expuesta a la injerencia extranjera.

Para reflexionar entonces sobre seguridad y defensa se hace necesario entender que estamos mentando con el uso de las palabras “subsunción” y “biopolítica” debido a que ellas nos darán el foco sobre el cual podríamos repensar los conceptos antes mencionados. Por subsunción estamos hablando que la relación tiempo-trabajo material hoy día no pueda concebirse fuera de un criterio de valor, por lo que partiendo de este enfoque podemos asumir, siguiendo a Negri, a la subsunción real como la integración de todos los aspectos de la sociedad en “un solo proceso de producción” y la subsunción formal como “una sociedad en la cual la variedad y diversidad de los modos de producción existen de manera difusa” (2010:75). La tendencia mundial es que vayamos a una subsunción real absoluta determinada, no por un valor de trabajo, sino por un valor de consumo dado por la manipulación de necesidades y satisfacciones. Todo esto está ocurriendo dentro del contexto político mencionado precedentemente.

En relación con la palabra “biopolítica”, podemos mencionar que fue introducida como concepto por Foucault en la década de los años setenta del siglo pasado para indicar “la manera como se ha procurado desde el siglo XVIII, racionalizar los problemas planteados a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de seres vivos constituidos como población: salud, higiene, natalidad, longevidad, razas…” (2008:359). Posteriormente, otros autores han tratado de operacionalizar este concepto tanto como acto y como respuesta.

Como acto, Hardt y Negri, han entendido la biopolítica como: 1.-) la forma como la sociedad de control se expresa en “el conjunto del cuerpo social que se desarrolla en su virtualidad” haciendo que el poder se hunda “en las profundidades de las conciencias y los cuerpos de la población y, al mismo tiempo, …en la totalidad de las relaciones sociales” (2000:39), Agamben, por su parte, ha definido la biopolítica como la forma en que se ha politizado la vida misma dentro de un marco de estado de excepción (2010:151-156) y Del Bufalo, la ha definido como la inducción de formas de vida (2010).

Como respuesta, Hardt y Negri han expresado que en vista de que se ha politizado la vida misma, han entendido tambien la biopolítica como el poder de vida para resistir y determinar una alternativa producción de subjetividad (2009:57). ¿Por qué ambos autores han reinterpretado este concepto de esta nueva manera? La respuesta está relacionada con la subsunción real. La subsunción real está produciendo formas de vida, es decir, formas de subjetividad que afectan al cuidado de si mismo en el sentido que está deshumanizando al propio Ser para efectos de la producción y el consumo. Aquí estoy introduciendo una nueva expresión que debe ser aclarada, es decir, subjetividad y su relación con el cuidado de si mismo.  Foucault ha expresado que la expresión subjetividad tiene que ver con el cuidado de uno mismo, que relaciona el conocerse y el ocuparse de sí mismo frente al mundo en lo concerniente a: un determinado modo de comportarse frente a uno mismo en relación a cierta forma de vigilancia sobre lo que se piensa y sobre lo que acontece en el pensamiento, una forma de comportarse que se ejerce sobre uno mismo, “a través de lo cual uno se hace cargo de uno mismo”, en otras palabras, “una manera de ser, una actitud o forma de reflexión de un tipo determinado…” (1994:34-35). Dicho de otra manera es la forma en que nosotros perseveramos en nuestra propia existencia en pos de una mayor perfección. El problema se ha presentado cuando este cuidado de sí depende de otro en el sentido que ese otro media entre necesidades y satisfacciones impidiendo que un Ser humano pueda perseverar en su propia existencia. De ahí la concepción de la biopolítica entendida como acto.

De acuerdo con este criterio, una organización de poder produce al sujeto (subjetiviza) como una pieza adyacente dentro de una estructura de producción determinando qué debe ser el cuidado de sí en todos los seres de una sociedad integrada dentro de una estructura de control. Siendo que la subjetividad entonces es todo lo que está dentro de este marco de sujeción hecha por un agenciamiento autoritario, su propósito es franquearlo (1993:18) para que lo Real pase a ser la resultante de la “autoproducción del inconsciente” (Deleuze y Guattari, 1985:33 y 2008:136) entendida como una nueva manera de cuidado de sí que permita a su vez la autoproducción de sí mismo. Por lo que podemos afirmar entonces que la biopolítica se presenta, en tanto que acto, como una forma de control a partir de la inducción de formas de vida que puede ser entendida como una forma de agresión que impidiendo al Ser perseverar en su propia existencia representa una forma de violencia a la cual hay que resistir y defenderse porque está convirtiendo al hombre en un autómata deseante deacuerdo con las necesidades de la producción capitalista, y como respuesta, biopolítica es también la resistencia que se hace a la subsunción de la potencia del hombre para perseverar en su Ser frente a un poder constituido a fin de recuperar su capacidad para desear sin ninguna mediación. Es reconvertirse nuevamente en un Ser que desea sin una inducción proveniente de afuera, es decir, una maquina deseante.

Al ser el deseo el foco sobre el cual se centra el poder entendido, como ya se mencionó, como la mediación entre necesidades y satisfacciones, el centro de gravedad de la biopolítica entendida como acto y respuesta es el cuerpo. Siendo el cuerpo el centro de gravedad de la acción política, no podemos entender la seguridad y la defensa como desarrollos abstractos dirigidos a preservar algo que en cierta forma expresa la existencia de un poder trascendente que al final de cuenta forma parte de la misma estructura de poder a la que supuestamente estamos combatiendo. Aquí pasa a tener sentido las aportaciones realizadas por Quijano, puesto que una organización de poder basada en la raza se centra en su capacidad productiva produciendo una jerarquía de necesidades y satisfacciones. ¿Cómo se refleja lo que he afirmado en todo lo concerniente a la seguridad y defensa? Si un poder induce formas de vida puede ejercer control a distancia amparado en la legislación interna de los propios Estados, y si se producen procesos políticos como los han vivido Bolivia, Ecuador, Venezuela o Egipto, se actúa sobre los inducidos a fin de limitar la capacidad de maniobra de las repúblicas en su nueva fase de organización política. Sí ello no es suficiente, veremos la repetición de situaciones como las de Libia, la de Siria o como hoy en día estamos presenciando en el propio Egipto.

Así pues, siendo el cuerpo el centro de gravedad de la acción política, el tema de la seguridad debe ser entendido como un afecto y no como una certeza en el sentido racional del término. Aquí retornamos al origen de este texto, es decir, Spinoza[6] partió de una ontología focalizada en la cuerpo, es decir, de la relación entre sensaciones (afecciones) y sentimientos (affectus) para construir una ética y una política basada en un orden material que se opuso a la política que se erigió a partir de una visión cartesiana que daba primacía a un orden racional mientras que se desarrollaran las fuerzas productivas que un siglo después darían orígen a la revolución francesa. Según Negri, Descartes[7] se manejó bajo criterios de razonabilidad y esa razonabilidad hoy en día está cuestionada por una crisis de la fe que incluso reconoció el papa Francisco I y una crisis de la razón, en nuestro caso política, basada en ese criterio del más o menos que ha favorecido el mantenimiento de estructuras de poder similares a las estuvieron presentes durante el antiguo régimen (Blanco, 2013c).

¿Cómo se observa esta razonabilidad en todo lo concerniente a la seguridad y defensa? Veamos nuevamente el concepto de seguridad venezolano: “… fundamentada en el desarrollo integral, y es la condición, estado o situación que garantiza el goce y ejercicio de los derechos y garantías…”. Si todos los días la humanidad se maravilla por lo que es un cuerpo, cualquier derecho y garantía que de cualquier ley sobre un Ser es insuficiente si no se parte de la relación sensaciones y sentimientos, con lo cual desde esa misma ley ya se está creando condicionamientos a dicho cuerpo a un desarrollo integral generado desde un afuera trascendente. De igual forma, si el desarrollo integral se define como “… la ejecución de planes, programas, proyectos y procesos continuos de actividades y labores que acordes con la política general del Estado y en concordancia con el ordenamiento jurídico vigente, se realicen con la finalidad de satisfacer las necesidades individuales y colectivas de la población…” estamos observando que razonablemente se ha buscado un punto intermedio entre un estado anterior (antiguo régimen) y algo que se considera como bueno desde el mismo momento que se interpreta de forma deductiva que una parte aprobó la nueva constitución política. Así pues, la defensa en sí misma pasó a ser la defensa de un modelo de desarrollo.

El mismo concepto de desarrollo que se maneja en la Organización de las Naciones Unidas presenta problemas para los efectos de lo que hemos estado tratando. Según este organismo el desarrollo humano es:

el proceso por el que una sociedad mejora la calidad de vida de sus ciudadanos a través de un incremento de los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la creación de un entorno donde se respeten los DD.HH de todos”.

Como pueden observar es un todo, que en unos casos es la sociedad y en nuestro caso el Estado el que actúa sobre los ciudadanos a partir de un criterio que al final de cuentas se sustenta en la relación tiempo-valor dentro de una estructura ya determinada en lo que concierne a la división internacional del trabajo. Además esta diferencia entre sociedad y Estado se debe a que en Europa generalmente el Estado es expresión de la sociedad y en nuestro caso americano es el Estado, de acuerdo con esa estructura internacional el que interviene en las sociedades. Esta intervención se evidencia en los planes de desarrollo en términos macro descuidándose en muchos casos que el unico bien que puede cubrir las necesidades básicas de un Ser es la potencia para autoproducirse y de producir las condiciones para perseverar en su propia existencia.

En el caso venezolano, dadas las contingencias políticas que tuvo que vivir el Estado para su conservación, la estrategia general de desarrollo significó una medida temporal. Por ello, posteriormente se intentó implantar un nuevo modelo de desarrollo basado en la producción esencialmente cooperativista y se trató de reformar la constitución para profundizar la democracia. El nuevo modelo de desarrollo basado en la producción debió haber generado abundancia pero hoy día Venezuela está afectada por la escasez y como se sabe, no se pudo reformar la constitución. Para dar respuesta a estas situaciones que han colocado los conceptos de seguridad y defensa en función de un modelo de desarrollo y no de una realidad política debemos retornar ahora a los conceptos de subsunción formal y real. La subsunción formal da a una comunidad política una capacidad de maniobra estratégica gracias a su carácter difuso. En términos prácticos significaba que la capacidad productiva existente debería haber sido preservada mientras la proyectada alcanzase o superase la existente. Ello hubiese evitado gerenciar la escasez. De igual forma, la subsunción real podría estratégicamente haber sido usada para infiltrar a la estructura de poder global a partir de la difusión del abigarramiento mencionado precedentemente generando una red transversal de socialización a escala global. Sobre esto volveremos más adelante. La subsunción real, en Venezuela, se produjo por dos vías: por efecto de la incapacidad productiva y por la orientación hacia la creación de nuevas subjetividades enmarcadas dentro del nuevo proyecto político desde el capital.

La incapacidad productiva, a pesar de los esfuerzos realizados, ha hecho más dependiente al país del capital y la creación de nuevas subjetividades a partir del capital generó una mayor distorsión porque si bien quebró la relación precio-valor-trabajo, el Estado, al determinar la medida del valor de cambio comenzó a generar un desequilibrio que ha tenido importantes repercusiones en el ámbito social debido a la incapacidad de sostener las nuevas subjetividades con un capital cada vez más escaso. En estas circunstancias la seguridad de la nación que pasó por ser la seguridad y defensa de un modelo de desarrollo se ha convertido en la seguridad de un Estado, es decir, de un poder constituido que en el mejor de los casos representa a una parte de la población.

La socialización transversal a escala global con una parte de la sociedad venezolana producida a partir del capital ha reproducido, por una parte, la misma estructura de poder que se ha estado combatiendo, y por la otra ha generado las condiciones de posibilidad no sólo para el surgimiento de otros poderes, también para constituir un rizoma capaz de responder de forma limitada a escala global al poder imperante. Esta reproducción del poder y su multiplicación a escala global se presenta de forma fragmentada debido, como ya se mencionó, a que proviene de una subsunción real generada por el capital que reproduce otra forma de representación. La representación es una figura política que en la actualidad ha estado muy cuestionada porque en palabras de García Linera significa concentración de la toma de decisiones a partir de una débil base de legitimidad ¿Cómo pensar la seguridad y la defensa en unas circunstancias como estas?

Ya habíamos indicado que Hardt y Negri han expresado que en la actualidad todos los conflictos armados, en un alcance global, se presentan como guerras civiles (2004:90). Guerras civiles que, si seguimos el modelo libio o sirio, cuentan con el apoyo militar a distancia ¿Cómo evitar una guerra civil y la consiguiente injerencia extranjera cuando existe una precaria base de representación? Esta pregunta tiene una componente externa y una componente interna.

Para evitar la injerencia extranjera, es decir, para evitar una guerra civil desde el punto de vista externo hay que entender que la seguridad y la defensa no se circunscribe a un modelo de desarrollo conducido por una estructura política que representa al Estado debido a que automáticamente se deduce que ambas están dirigidas a proteger una jerarquía que gobierna. No debe circunscribirse a un modelo de desarrollo debido a que un modelo en sí mismo se plantea como una abstracción. Una abstracción que puede ser atacada desde el mismo plano de la conciencia. ¿Qué significa esto? La guerra en tanto que un acto de defensa para responder a una agresión es en principio un estado de conciencia que es afectado por el uso adecuado de plataformas creadas a tal fin para evitar una respuesta o doblegar la voluntad (Blanco, 2004 y 2010). Si volvemos al caso libio nos encontramos que para definir el resultado que todos conocemos se emplearon plataformas navales, aéreas e informacionales para lograr el objetivo. Entonces vemos que los poderes globales operan impunemente, sin ningún tipo de riesgos en ese espacio. Operan con impunidad porque la estructura de seguridad y de defensa está concebida para funcionar con fines limitados, es decir, orientada a la protección de un centro de gravedad, esto es un modelo de desarrollo que se traduce en una clase dirigente, con lo cual  la conducta estratégica del Estado pasa a ser la de operar bajo un criterio de contención y eventualmente de autodestrucción de lo construido bajo el concepto de guerra popular de resistencia. Así pues, no se puede concebir la seguridad hoy en día sin pensar en crear las condiciones para producir, entendiéndose por producir como el ser-estar que se proyecta, que se extiende tanto en sentido material como inmaterial. De igual forma, no se puede concebir una defensa fuera de este concepto de producción, es decir, no se puede concebir la defensa sin la creación de capacidades para preservar la producción en sí misma y para responder, así sea de forma asimétrica, a un daño provocado por una agresión. Irak no es un modelo a seguir. No se puede defender a una nación destruyéndola o favoreciendo la destrucción porque una clase dirigente que representa una parte de la población encarna un modelo de desarrollo agotado por la mala gestión o por cualquier otra circunstancia. Sí pués, con los cambios de circunstancia que están operando en la humanidad debido a la realidad biopolítica que hemos esbozado, se debe repensar la seguridad y la defensa desde otra perspectiva. Ese es un aspecto que hay que corregir debido a que hoy día todos los Estados operan como un sistema de contención que sirve a la estructura de poder global existente y operar con criterios basado en la idea de representación que al final se traduce en la defensa de un orden es colocarse en desventaja en lo que concierne a medios, es decir, asimetría de medio. ¿Cómo se puede corregir este problema?

Vamos a hablar de cuatro casos que nos permiten ilustrar en qué contexto estamos existiendo, es decir, Cuba, Venezuela, Suiza y Bolivia. Cuba es una isla que tiene una baja dependencia del mar y por ello se comporta como una epirocracia si observamos con detenimiento el incidente ocurrido en Panamá con la detención de un buque norcoreano que transportaba armas cubanas. Venezuela tiene una altísima dependencia del mar, pero su conducta político-estratégica es también la de una epirocracia evidenciada no sólo por el bajo desarrollo de su poder marítimo, también por la lasitud con que se han manejado los problemas de delimitaciones. Suiza, un país Mediterráneo, tiene una conducta estratégica que la coloca como una país marítimo a pesar de su baja dependencia del mar (en la actualidad posee una flota mercante de 41 buques que surcan los mares del mundo). Bolivia, siendo un país también mediterráneo, posee una orientación marítima que se evidencia no sólo por la posesión de una marina mercante, también por una vocación institucional evidenciada en una conducta político-estratégica dirigida a la recuperación de un espacio territorial que le permitiría una proyección marítima. La lógica con la cual se ha manejado la soberanía en el mar es que toda tierra genera mar. Esta es una concepción moderna, pero no siempre fue así. Un análisis superficial de las bulas papales hasta Tordesillas que le dieron titularidad a España y Portugal para navegar, comerciar, conquistar y colonizar partieron de una abstracción, es decir de un meridiano que separaba lo español de lo portugués.

Esta abstracción nos coloca en un plano donde se puede repensar la maritimidad de una república y sus implicaciones para todo aquello relacionado con la seguridad y la defensa en lo que concierne al concepto de producción que hemos indicado. Deleuze y Guattari (2008) hicieron la distinción entre espacios lisos y espacios estriados, en el sentido que un espacio estriado es un espacio codificado y un espacio liso es un espacio no codificado. Un espacio estriado, es decir, codificado, es un espacio que ha sido apropiado como el territorio, el mar territorial, la plataforma continental y las principales rutas marítimas de navegación. Esta última forma de codificación se observa en la cooperación internacional en la lucha contra la piratería y el terrorismo en el Golfo de Adén. Consecuentemente, estratificar es codificar, y de estratos proviene la palabra estrategia, estratego cuyo empleo o designación era dada para estratificar, esto es, apropiarse incluso mediante la guerra de nuevos espacios. Por su parte, un espacio liso, o sea no codificado es aquel que todavía no ha sido apropiado ni codificado como la alta mar o el continente antártico.  La importancia de lo que estoy afirmando radica en que si retomamos el pensamiento de Luttwak y van Creveld y lo cotejamos con las experiencias en Libia y en Siria, vemos que las potencias agresoras operan desde espacios no codificados para recodificar a distancia a cualquier estrato, o sea, a cualquier Estado. Entonces, el tema es la proyección, la proyección es lo que une Tordesillas y las bulas papales no sólo con la estrategia naval estadounidense del forward from the sea y sus evoluciones posteriores, sino también con la estrategia de penetración continental cubana y la estrategia de proyección marítima suiza iniciada para asegurar una libertad de maniobra estratégica en plena guerra mundial. Así pués, seguridad es un afecto basado en la capacidad de proyección porque la proyección expresa la potencia de producción y de autoproducción.

Siendo la clave la proyección, la lógica apunta a la operación en espacios no codificados. Esta acción no es nueva para los herederos de la civilización Tiahuanaco. Este pueblo originario pudo proyectarse hasta el mar y ocupar grandes espacios a partir de un nuevo tipo de codificación, en ese entonces religiosa, hoy podría ser lo religioso-político que da una república bien ordenada. Operar, no es sólo codificar, es usar esos espacios. Proyectar es desplegar y desarrollar la potencia de la comunidad política como un todo para ganar espacios de libertad y de perfeccionamiento. A partir del uso de esos espacios es que se puede conocer y defender la comunidad política. A partir del uso de esos espacios es que se puede generar titularidad. Bolivia se está proyectando en el mar, entendiéndolo como medio de comunicación, sin tener un territorio. La libertad para proyectarse en el mar de los bolivianos está dada en que la codificación de los espacios marítimos tiene un límite abstracto como el que permitió en Tordesillas a Españoles y portugueses conquistar a América. Autoproducirse es  ser-estar extendido, proyectado en espacios no codificados como paso previo a una nueva y propia codificación. Desde el mar podría llegar a un territorio. La Antartica es un ejemplo.

La Armada de Venezuela se ha proyectado hacia el Antártico, omitiendo las tesis geopolíticas del resto de los países suramericanos y su presencia está cristalizando en una práctica consuetudinaria. El desarrollo de prácticas para operar en climas extremos podría ser un planteamiento que le podría dar a Bolivia una posibilidad de proyección antártica que haría de la Alta Mar una necesidad para facilitar la proyección. El medio es el estudio y la investigación y por consiguiente la posesión de plataformas adecuadas para ello. El conocimiento y su difusión son, en este contexto, los modos más seguros de generar necesidad, identidad y pertenencia.

El mar es también una fuente de recursos. La pesca en alta mar es también una posibilidad de hacer presencia, de autoproducción sin necesidad de tener un territorio como referente. Si el territorio fuese necesario para ejercer derecho, los venezolanos no podrían pescar en el océano pacífico oriental. La importancia histórica de la pesca radica en que por intermedio de esta actividad es que se establece una estructura de apropiación que permite la iniciación de un proceso de escaladas y conflictos. Sólo basta recordar en el pasado el detonante de la guerra por la Malvinas/Falkland y en el presente lo estamos presenciando en el este de Asia con las tensiones generadas por las disputas en el archipielago de Senkaku/Diaoyu o la del fallo adoptado en el seno de la Corte Internacional de Justicia en el caso de las pesquerías del mar del norte. Pescadores fueron los que alertaron a la Armada venezolana dándose con ello inicio a la crisis de la corbeta “Caldas”. Esto plantea la siguiente pregunta: ¿es posible pensar en pescadería boliviana en Alta Mar? Pienso que es tan posible como poseen una flota mercante. El fin es la proyeccción, no entendida de Bolivia hacia el mar sino de buques bolivianos hacia el territorio boliviano. Los productos de la pesca se pueden comerciar a quien los necesite. Es una forma de producir nuevos productores intercambiando productos que si bien es posible que no lo necesiten por causas culturales, garantice la posibilidad de proyección. Las posibilidades de proyección por hidrovías creo que han sido exhautivamente estudiadas por ustedes. La novedad es que el mar es hoy en día un espacio de conflictos, no sólo en el sentido de las delimitaciones marítimas que llevaron a Perú y Chile o a Colombia y Nicaragua a una corte internacional, también se observa, además de los conflictos ya mencionados, en primer lugar, en el Artico, en el mar Mediterraneo oriental (Israel, Chipre, Líbano y Palestina), en el norte, este y sudeste de Asia (China, Corea del Sur, Filipinas, Vietnam y Japón) y en la fachada Atlántica venezolana donde Guyana, Trinidad y Tobago, Barbados, Surinam y Francia se están disputando un mayor acceso a la Plataforma Continental Extendida, por lo que esta conflictividad debería ser aprovechada para sus propios intereses en base a una presencia cuya práctica de títulos sin generar un proceso de escalada. La pesca da titulos desde la perspectiva de las circunstancia especiales en procesos de negociación. La pesca es la actividad originaria de uso del mar y es una herramienta que permite alertar y eventualmente antagonizar y conflictuar para los fines de la cosa pública. La experiencia original rusa en desarrollar su flota pesquera y el desarrollo actual de la flota pesquera de la China Popular son ejemplos que pueden considerar en la medida de sus capacidades[8]. La idea es conectar el espacio marítimo con el territorio a partir de una actividad marítima productiva concreta que pueda generar antagonismo o costumbre.

Así pues, hay que asegurar la capacidad de proyección de la comunidad política como un todo y hay que reducir la posibilidad de que las potencias marítimas se puedan proyectar desde el mar contra un territorio continental al menos en lo que concierne a la alerta temprana. Es por este motivo que se puede decir también que Bolivia también está amenazada desde el mar, basta recordar sólo la guerra en Afganistán y me permite retomar el tema de la asimetría. Un misil de crucero lanzado desde la milla náutica 25, que marca aproximadamente el límite de los mares territoriales y de la zona contigua peruano y chileno e indica el inicio del Alta Mar, puede contribuir a ayudar una facción dentro de un conflicto civil y eso hay que combatirlo así sea asimétricamente mediante una presencia proyectada a partir de la capacidad producitva. Esta afirmación nos permite abordar el problema del conflicto civil desde la perspectiva interna de la representación.

Desde el punto de vista interno, García Linera se planteó una pregunta cuya respuesta nos puede ayudar a evitar una guerra civil y por consiguiente, una injerencia extranjera si el agotamiento del modelo político tiene la potencialidad de destruir los logros políticos que se hayan alcanzados en términos de seguridad y de defensa. Al respecto, el actual vicepresidente de Bolivia se preguntó unos años atrás:

“¿… es posible que la sociedad se mantenga movilizada ininterrumpidamente, es posible pensar en un proceso de autorrepresentación?” (Negri, 2010:39).

Ante esta pregunta se respondió:

“… Hay algunas pistas… donde existen procesos de representación, pero donde no hay un proceso de delegación del poder. La autoridad tiene que cumplir el mandato, pero el mandato en sí mismo no tiene poder, no tiene un mecanismo de coerción, no tiene un mecanismo económico. La ejecución depende de la delegación de la propia decisión de la colectividad…” (Ibíd.)[9].

Un proceso que conduzca a esta forma de relación política la denomina comunitarización del poder y reconoce sus complicaciones operativas. Desde el punto de vista operativo es establecer, de forma constituida, un poder constituyente. Para mi esta sería una situación ideal porque la seguridad estaría condicionada a la cohesión social y no al grado de orden y la defensa sería un problema de toda la comunidad y no de una clase que persigue permanecer en el poder. Sería expresión de una república bien ordenada si seguimos las recomendaciones dadas por Maquiavelo, profundizadas a su vez por el Spinoza del Tratado Político. Pero el tema de nosotros está dado por un proceso político que ha seguido un tránsito y evidencia signos de agotamiento, como en el caso venezolano, evidenciado por el hecho de reproducir lo que se pretendía erradicar por diferentes causas. La efectividad es una respuesta. La efectividad minimiza la duda. Da certeza. Pero da certeza tanto en sentido positivo como negativo. Si lo negativo es concordante con los signos de agotamiento del modelo de desarrollo, también se genera duda y lo peor que puede pasar es que esta duda haga que se produzca un tránsito del miedo a la desesperación. En estas circunstancias, se puede afirmar que no se puede sentir seguridad cuando la duda nos coloca frente al recuerdo de experiencias tristes o dicho de otra manera cuando no hay certeza en lo que se pretende construir. Por ello es que hemos dicho que la seguridad es un afecto, una sensación basada en qué aumenta o qué disminuye mi potencia para perseverar en mi propia existencia, es decir para producir o autoproducirme. De igual forma, no se puede defender lo que está mal hecho desde el origen o cuando no hay seguridad.

Así pues, entre la dificultad de asegurar y defender un modelo de desarrollo agotado por su pérdida de legitimidad y las posibilidades de defensa de un modelo político que minimiza la duda porque la representación no significa la cesión del poder propuesto por García Linera, un punto intermedio entre esos dos polos sería la realización de tantos procesos constituyentes como sea necesario a fin de que la seguridad no sólo sea minimización de dudas y creación de certezas, sino también expresión de una paz y de una libertad cuya construcción sea defendible eficazmente desde dentro de la misma comunidad política. En otras palabras, la seguridad es expresión de una comunidad bien ordenada y bien conducida, entendiéndose por buen ordenamiento el estado que permite a cada Ser de la comunidad producir y autoproducirse y la defensa es la expresión de ese buen constructo político. Este buen ordenamiento y buen gobierno podría generar códigos que podrían producir procesos de desterritorialización del poder global y de reterritorialización bajo ese nuevo código que representa ese nuevo ordenamiento que haga de la asimetría no una diferencia de medios, sino una diferencia de maniobra que facilite de una manera más eficaz un objetivo político que parte consecuentemente del hecho que la seguridad sea sólo posible a partir de esa nueva codificación a escala global. Es una inversión de los códigos del poder global por otros que apunten a la comunitarización del poder o a su singularización. ¿Por qué hago esta afirmación? porque como ya he indicado seguridad no es desarrollo, seguridad es producción y autoproducción como expresión entendidas como condición de posibilidad para perseverar en la propia existencia y defensa rechazar cualquier acto que elimine o disminuya la potencia de producir y de autoproducirse.

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[1] Papel de Trabajo a ser presentado en la Paz-Bolivia. 21SEP2013.
[2] Al respecto, Ver: Tapia (Negri et alii, 2010:65-66).
[3] Ver al respecto: Quijano (2000:342).
[4] Como por ejemplo por intermedio de los órganos técnicos de las Naciones Unidas y/o estableciendo normas de ius cogens.
[5] Ver también: Blanco (2013a).
[6] Para Spinoza seguridad es un afecto definido cuando se suprime la duda en una esperanza o en el miedo (1677/1980:135).
[7] Para Descartes (1648/2005), seguridad o certeza se produce cuando hay mucha esperanza o mucho temor de conseguir lo que se desea.
[8] Ver al respecto: Garcia dos Reis (2013) y Chipman (1982/2010).
[9] Sobre estas formas de organización políticas ver: Clastres (1977 y 2004) y Deleuze y Guattari (2008:415).