sábado, 1 de octubre de 2016

LOS MOGOTES LLAMADOS "LOS FRAILES"

Elaborado por Jairo Bracho Palma[1]
  
A MANERA DE INTRODUCCIÓN

            En abril de 1998, el Canciller Miguel Ángel Burelli Rivas por informe sustanciado del Embajador Roberto Palacios, solicitó al Comandante General de la Armada, VA Julio Chacón Hernández, la formalización de mi carrera como Historiador Naval especializado en fronteras marítimas, las razones forman parte del anecdotario, básicamente se trataba de consolidar una generación de relevo en tales materias, conocidas por pocos funcionarios en el Ministerio de Relaciones Exteriores, muchos de avanzada edad. Existía una intención manifiesta de hacer de los argumentos de iure y de facto que garantizan los extremos geográficos existenciales del país mismo, una realidad ligada al devenir histórico material de la nacin﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽venir hist iure y de facto que garantón, una posibilidad de que cada venezolano naciera con un pensamiento reptil unido a la realidad  de nuestras fronteras, siempre teniendo presente los despojos territoriales, consecuencia de la improvisación, el capricho, el descuido, la escasa preparación, pero sobre todo, de un infinito egoísmo que aún no hemos superado, y que nos hace capaces de echar por la borda cualquier empresa colectiva por el solo hecho de no haber sido incluidos, o por aquella competencia de parvulario sobre quien tiene el pene más grande, en este caso, quien sabe más, y que nos hace incapaces de tirar en un solo sentido. Esta actitud no ha cambiado.

            Antes de partir, un oficial perteneciente a la Dirección General Sectorial de Fronteras, puso en mis manos un expediente sobre tres estudiantes  venezolanos que fueron becados a instancias de Cancillería, con iguales propósitos para los que fui encomendado. En honor a la verdad la frustración descriptiva que reflejaba aquel informe dejaba muy mal  a aquellos muchachos, porque uno no terminó sus estudios, otro jamás regresó a Venezuela, y el que lo hizo, se sirvió de aquella oportunidad para propósitos personalísimos,  hacer  una investigación y  tesis que nada tenía que hacer con lo que se esperaba de casi seis años en tierras españolas. Este episodio ha sido recurrente en nuestra historia: primero nosotros, después nuestros deseos, y tercero, la nación toda.

Cuando volví a Venezuela, pedí ser enviado a la Dirección de Fronteras, y dar forma a las expectativas que sobre mis investigaciones se esperaban. Mis servicios no eran requeridos en aquella institución, la falta de continuidad y esa manía de destruir todo lo anterior para construirlo de nuevo, aplica perfectamente en este caso. Me encontré con “expertos a juro” por el solo hecho de portar uniforme con alto grado, pero lo más grave es que se lo creían con una terquedad molesta, rodeado de otros “expertos” de una superficialidad pasmosa.  Sólo un funcionario, el Dr. Javier Nieves Croes, asesor legal de la Armada, resultó una revelación. De hecho, Nieves Croes es el único funcionario que ha actuado en estos últimos años dignos de ser recordado. El resto, la nulidad de sus frutos hablan por si mismo. El hecho de haber asistido a tantas negociaciones no fue suficiente. Tal cuerda de irresponsables casi acaban con 50 años de posicin so﷽﷽﷽﷽﷽﷽son suficientes. Tal cuerda de irresponsables casi acaban con 50 años de posiciecho de haber asistido a tantas negociaón sobre el Golfo de Venezuela.

Este trabajo va dedicado a Nieves Croes, porque tiene como fundamento un documento inédito, algo revelador que nuestro buen profesor de Derecho Operacional esperaba: una realidad matemática irrefutable por los tinterillos chupatintas de Nueva Granada.

En casos muy concretos, diversos especialistas, algunos denominados así mismos “expertos”, insisten en incursionar en disciplinas que le son ajenas, sin tomarse la molestia de estudiar sus herramientas metodológicas ó por lo menos, hacerse con un barniz epistémico para abordar el tema con alguna dimensión. El problema no reside en los defectos o carencias de estos “conocedores”, sino en las consecuencias que traen sus empeños.

            La ciencia histórica es un claro ejemplo; así vemos la pretensión de abordar el  documento diplomático indiano con una óptica moderna, o con los elementos propios de su profesión. Abogados sin estudios superiores, ingenieros, geógrafos,  entre otros explican reales cédulas ó actas imposibles de interpretar con sus  herramientas formativas, originando raras teorías que en lugar de darnos respuestas claras, nos colocan en una posición risible frente a los negociadores colombianos, que si se sirven de equipos multidisciplinarios para sacar una esencia clara de negociación.

            Mientras potencias marítimas como Inglaterra y Noruega, o países como el Salvador y Honduras echan mano de títulos medievales o del “Principio de Efectividad Colonial” con bastante éxito para sus negociaciones de límites, algunos  “expertos”  por el prurito de seguir la moda jurídica del Norte, dejan de lado estudios y disciplinas,  que por no comprender más allá  del hecho como hecho y no como abstracción o metalenguaje,  se acercan  con una simplicidad pasmosa.

Se puede escuchar desde fantásticas hipótesis donde los mapas antiguos por estar “torcidos” nos pondrán en primera fila en la Corte Internacional de Justicia, como quien se presenta a las puertas de San Pedro después de infinitos agravios y que el conserje mayor del Reino Eterno nos permite entrar por el sólo hecho de la injusticia, rezago católico del bien y del mal que a menudo destruye nuestros esquemas mentales de causa y efecto. En otros casos encontramos “analistas” que confunden “Derroteros” con derrota bélica, o el término “administrativo” del siglo XVIII con la interpretación sinónima de burocracia, propia del siglo XXI, y así sucesivamente, cada quien se empeña en el terreno del otro, en un cíclico afán de intento de permanencia, de convertirse en el tahúr indispensable, el nigromante de turno.

            Entre los patrioteros de vestiduras rasgadas, vocingleros huecos, y los chupatintas empeñados más en la solemnidad, en el formalismo intelectual y en el plagio descarado (no citar es una de sus modalidades), pasando por los historiadores falsarios de interpretaciones, entre otros, el Estado venezolano ha perdido un tercio de territorio y nada ha pasado, la concreción histórica es una:  hemos perdido territorio, y el fracaso de los hombres de Estado que en su momento enfrentaron estas realidades ha sido rotundo.

            La contradicción y el empeño reactivo se mantiene en este siglo, parcelas de información, cuotas de poder reflejado en cuántos informes telegráficos puedo darle a mis “ignaros jefes” para mantenerme de aeropuerto en aeropuerto, conferencias, viajes y convites;  cómo puedo anular al otro ó mantenerlo entre nebulosas medievales, una sibilina guerra que sólo perjudica al país, en consecuencia, estas actitudes no son de hombres de Estado, sino de desconsiderados tecnoburócratas que se creen investidos de no se qué poder divino, y con un supuesto conocimiento, que si lo hurgamos un poco, resulta de escaso valor, porque no es “Gignoskein” .

            La información instrumentalista es efímera,  lo que quiere decir que es útil en cuanto al momento y vigencia de la situación que se aborda, lo que hace a su dueño dependiente en grado sumo de fuentes externas que bien podrían estar equivocadas. El no generar pensamiento sino repetir textos sin régimen de análisis produce traslación dependiente de formas ajenas que mayormente no se adaptan a las circunstancias locales. Esto no quiere decir que no debamos leer autores extranjeros, al contrario “leerlos”, no repetirlos con aires de suficiencia.

Por ejemplo, en los años 50 existió una corriente de pensamiento desarrollada en los Estados Unidos  que rechazaba las teorías de dominación colonial;  y así vemos a un Departamento de Estado “muy preocupado” de la mano del Geógrafo W. Boggs por la posición de los países con respecto a sus espacios acuáticos,  los científicos y pensadores norteamericanos sólo reflejaron las necesidades materiales de su país y los objetivos estratégicos de sus conductores políticos.

En Venezuela, de mano de ciertos juristas, aquellas teorías se tomaron  sin mayores estudios, convirtiéndolos en dogmas  de fe, donde se rechazaban las  “bahías históricas” por ser supuestamente “de efecto colonial”; si se ha entendido bien este supuesto, imagínense las consecuencias para nuestro país de tal actitud,  excluyente y reservada a un “cenáculo” que guardaba con celo aquellos enunciados coyunturales.

            Esta actitud no ha desaparecido porque representa la sobrevivencia individual de una especie pleistocénica que por ley natural va a desaparecer, el inmovilismo intelectual, el tomar prestado ideas sin estudio, la repetición cansona de teorías que hacen suyas son síntomas de caducidad e inmovilismo.  En suma, “conocer” no es “saber”.

            “Conocer” se refiere a un contacto consciente con el objeto conocido a través de la experiencia, opuesto a “saber”, que es el conocimiento por conceptos e ideas. Saber es exclusivo del hombre, y conocer, lo es de los animales y también del hombre. Se conocen cosas y  se saben verdades. Cuando ambos procesos no interactúan, se produce algo que no es verdadero, o por lo menos útil.

            Los asuntos de delimitación hay que analizarlos en su contexto, con las herramientas adecuadas y con un método pertinente. Venezuela es uno de los países con mayores y más longevos conflictos fronterizos, eso debió servir para tener una magnífica Escuela de Fronterología, pero no.

Por esa misma falta de Escuela, en 1971, el negociador colombiano Germán Vásquez Carrizosa apabulló a los expertos venezolanos, cuando afirmó que las operaciones de los Guardacostas Venezolanos en aguas de Puerto Rico eran de carácter administrativo, cuando “administrativo” en el siglo XVIII, como hemos indicado, estaba relacionado con el uso eficiente justicia, y no con procedimientos burocráticos; por eso, el respeto entre disciplinas es indispensable.  Se podrían citar casos más recientes, pero es inútil.

Ergo, los expertos no existen, sólo estudiosos de un tema en constante proceso de perfeccionamiento de su densidad formativa.

LOS MAPAS Y LOS PLANOS EN EL SIGLO XVIII. UNA DIFERENCIA FUNDAMENTAL

            La esencia del problema no radica en el lugar exacto de la ubicación de los mogotes y de quién tiene la razón. El fundamento del asunto en cuestión es que éste tiene varias acepciones, que merecen ser consideradas:

1.    Los relatores del Acta de Sinamaica aplicaron el término “mogotes” de manera incorrecta.
2.    En el extremo occidental del golfo de Venezuela, cerca de la costa, no existían formaciones geológicas denominadas “mogotes”.
3.    Los mogotes en su significado auténtico, como toponímico de referencia, estaban, y siguen estando ubicados en  cabo de la Vela.
4.    Los mapas que justificaban la supuesta ubicación de los mogotes en el saco de Maracaibo no tenían el respaldo oficial ni el fundamento técnico debido.

Los relatores del Acta de Sinamaica

Existe un principio del Derecho Internacional que establece que los documentos antiguos deben estudiarse en el contexto en que fueron concebidos, de tal forma, que comencemos por estudiar a los redactores principales de la famosa Acta de Sinamaica, y digo famosa, porque los asustados concurrentes al puesto que servía de barracas a los soldados de este puesto militar, pobre contención contra los invencibles guajiros, en su vida se habrían imaginado, que un acto de deslinde municipal, iba  a convertirse, por distorsiones de los tiempos y de los hombres, en la base de una demarcación entre naciones.

Los Ingenieros Militares

Antes de entrar en la materia central de este estudio, es preciso contextualizar las siguientes variables: quiénes hacían los mapas, cómo lo hacían, cuál era la diferencia  entre mapas y planos, y finalmente, si existían técnicas de delimitación en el siglo XVIII o eran aventuras  de ensayo y error.

¿Cuál era la función de los ingenieros militares?

Seguramente se estará pensando en un ilustrado matemático, formado en cinco años de carrera universitaria, y con unos conocimientos amplísimos en materias tales como geografía, topografía, astronomía, instrumentos de medición, y pare de contar.

Los ingenieros militares fueron concebidos como los grandes auxiliares de los Ejércitos. Se encargaban de la construcción de baluartes, defensas, cortinas, embrazaduras (que sustituyeron a los merlones), etc. La fortificación de puertos y ciudades constituían su principal función. La formación de los ingenieros duraba dos años, bien en la Escuela de Matemáticas de Barcelona, bien en la de Ceuta, Zamora y Cádiz[2]. Predominaba el estilo francés o de Vauban, algo barrocas, con desglose en distintos núcleos, monumentalidad en las obras, etc.

            Los grados de los ingenieros militares eran diferentes a los del Ejército, pero existían equivalencias, a saber: Ingeniero Director era equivalente a Mariscal de Campo; ingeniero jefe a coronel; ingeniero segundo a teniente coronel; ingeniero ordinario a capitán; ingeniero extraordinario a teniente, ingeniero delineante a subteniente[3].

¿En materia de delineamientos de mapas de mapas y planos, cuál era la habilidad o pericia de los ingenieros militares?

            En las escuelas, los ingenieros aprendían que los mapas se clasificaban en geográficos y topográficos. Los primeros daban una idea global del país, sus poblaciones y sus límites, finalmente, facilitaban la fabricación de planos.

            Para la posición exacta de los objetos menores, se hacían indispensable los denominados “planos militares”. En ellos se resaltaban:

1 La naturaleza del terreno, si hay tierras labradas, praderías, matorrales, etc.
2. Todas las alturas y respecto a estas, su configuración exacta.
3. Respecto a los bosques si el terreno es  claro es espero o desértico, etc.
4. Ríos y recodos, sus sinuosidades,  islas, puentes y molinos
5. Una descripción exacta de los caminos, si son reales, transversales o verederíos, si son hondos o extraviados.
6. En las poblaciones: todas las calles y sus anchuras, puertas plazas y principales edificios.
7. Todos los objetos aislados (Monasterios, ermitas, etc)
8. Puestos especificados[4].

            La elaboración de planos era un procedimiento estándar y se realizaba  con la ayuda de instrumentos. Para reconocer el terreno, se utilizaba una especie de cartera que servía de mesa; varios hombres reconocían los alrededores a no poca distancia.

La regla con escala era necesaria, igualmente un compás y un anteojo de tipo dríptico o acromático, se calculaba que una hombre de cinco  (05)  pies de Burgos y 10 pulgadas alcanzaba a reconocer de manera efectiva unas 5000 varas[5].

¿Si se carecían de mapas oficiales ó planos, cuál era el procedimiento a seguir?

            Primero “deberían” servirse de prácticos, luego, se iba tomando orientación de las villas, caminos, puntos resaltantes del terreno, que sería la base del plano, se iba triangulando, colocando leguas horarias al lado, después se configuraba el curso de los ríos, los caminos transversales, etc[6]. El plano se dibujaba usando como referencia un “mapa” conocido. Tales procedimientos no se aplicaron en la Guajira de finales del XVIII, a menos que se hubiera utilizado un fuerte contingente de apoyo para repeler a los ejércitos guajiros,  tal apoyo no existía, ni en Maracaibo ni en Río de el Hacha para el momento que se elaboró el Acta de Sinamaica. 

¿Cuál fue la intención del Acta de Sinamaica?

            Únicamente, establecer los linderos del puesto militar de Sinamaica, que pasaría a depender de Maracaibo, no delimitar ni demarcar, puesto que ambas potestades eran cualidades de poder inherentes al Soberano, en este caso el Rey de España, ni siquiera  estaba delegado a los Virreyes.

¿En materia de delimitación, qué capacidades cognoscitivas tenían los ingenieros militares?

"Con una línea gruesa se deben señalar los limites de la provincia, con otras de punta menores, las divisiones de los partidos o corregimientos, y hay unas divisiones menores que subdividen las jurisdicciones de los distritos”[7].

"Si el plano fuese de una provincia fronteriza, conviene que la frontera se halle en la parte superior de el , y que se escriban los nombres de los objetos paralelamente a ella"[8].

En los reconocimientos realizados por los ingenieros militares se señalaban los límites interprovinciales. Estos reconocimientos no tenían otro objeto que apoyar al Ejército expedicionario, o preparar planos para un posible conflicto.

En consecuencia, el concepto de “frontera” de un ingeniero militar era parecido al utilizado en el proceso de la Reconquista Española trescientos años atrás, o sea la frontera con “el enemigo”; y quiénes eran los enemigos en la Guajira, pues los indios de ese nombre, además de los cocinas y los calabozos[9].

La zona que se extendía desde el cabo Chichivacoa hasta Río Hacha, era considerada “fronteriza con los indios guajiros”, este aserto tiene un fundamento indubitable, no es producto de un ejercicio libre de analítica trascendental. O sea, que toda esta perorata de negociadores sobre quién hizo mayores incursiones en territorio guajiro, o construyó más ranchos, a los que llamaron “puestos militares” o “establecimientos marítimos” fueron esfuerzos efímeros que nada aportaron al ejercicio efectivo de soberanía sobre la tierra de Maleiwa.

La realidad de la Guajira, Maracaibo y Río de la Hacha

A finales del XVIII, muchas regiones de la Capitanía General de Venezuela se encontraba en estado de precariedad en término de control territorial. En la Guajira llegaron a estar en armas 12.000 indígenas con algún cañón de apoyo, tácticas a la europea y formados para atacar en filas o columnas con vanguardias, flancos y reservas. Los ejército guajiros amenazaron Maracaibo y Río Hacha en varias oportunidades, y es muy dudoso que con tal cantidad de hombres, superior a las  milicias españolas acantonadas en un pueblo olvidado de Dios como era Río Hacha, se pudiera ejercer actos de “soberanía” como pretenden los negociadores colombianos, ni justificar la unión de las tierras guajiras a esta ciudad, actualmente, parte de la República de Colombia. Realmente quienes alegan con teatral convicción una “unión histórica” del antiguo Virreinato al espacio denominado “golfo”, les resultará difícil sustentar seriamente sus asertos. Los guajiros continuaron siendo independientes hasta bien entrado el siglo XX.

Las provincias venezolanas contaban con fronteras naturales, también humanas o étnicas. Por el oeste constituían los linderos naturales las selvas de Guayana; el sur y parte del centro de Cumaná estaban habitadas por indios insumisos de las naciones caribes, que hacían de las misiones y de cualquier intento poblador, una empresa militarizada. Por el lado oeste de la Provincia de Maracaibo, los guajiros impedían el poblamiento blanco, con la diferencia de que era una zona árida, y que al recibir armas y pertrechos a cambio de cueros, palo de tinta, ganado, etc.,  pudieron mantenerse  en  pie de guerra contra el sistema español, siendo numerosas las bajas en ambos bandos[10]

Desde 1769, luego de una malograda expedición de sometimiento que emprendió el gobernador de Río Hacha, la guerra contra los españoles fue constante:

"Desde entonces han quedado en entera  independencia comerciando con los extranjeros que los proveen de armas y municiones con que nos hacen la guerra"[11].

Hubo intentos pobladores en la península guajira durante la campaña de pacificación de los guajiros por Don Antonio Arévalo (1772–1777), fracasada expedición que salió desde Río Hacha. En ese período, se fundaron los llamados “establecimientos marítimos” de San José de Bahía Honda (1773), Santa Ana de Sabana del Valle  (1776), San Bartolomé de Sinamaica  y San Carlos de Pedraza (1774). Sabana del Valle y Bahía Honda fueron abandonados a propuesta de Don Antonio Narváez, gobernador de Río Hacha, en 1779, Pedraza en 1790. Sinamaica sobrevivirá hasta nuestros días. El rompimiento de la guerra contra Inglaterra y un eventual intento de invasión de esos fortines, el constante hostigamiento guajiro y la atención de los principales problemas estratégicos navales del Virreinato en la zona del Darién, fueron las causas del fracaso colonizador en la península[12].

            La fortaleza de los indios radicaba no sólo en su disposición para la guerra, también en la debilidad de las Fuerzas Militares acantonadas en Río Hacha y en Maracaibo; en 1799, Maracaibo llegó a contar con sólo 90 milicianos pardos y 108 en las fortalezas[13].

La realidad en Sinamaica no era distinta,  en varias oportunidades el jefe del puesto[14] debía pagarle una especie de tributo en ganado al jefe indígena, a cambio de que no los atacara. Generalmente la proporción de fuerzas guajiras contra las españolas era de 6:1[15]. La fuerza militar de Sinamaica era de doscientos (200) hombres aproximadamente, de los cuales, estaban disponibles para salir fuera del puesto, unos 80[16].

Caciques como Yaurepara (1780-?), siguiendo la línea de sus antecesores, mantenían trato comercial con los extranjeros, quienes recibían ganados (del mismo que tributaban los españoles), palo de tinta, etc., a cambio de armas, municiones y entrenamiento militar. En diversas oportunidades, los ingleses servían de apoyo logístico con sus barcos, bien sea como suministro de pertrechos o transporte. Los puntos de apoyo eran generalmente Chimare o Sabana del Valle. La influencia de la Revolución Francesa se hizo sentir con la llegada de mestizos ó “lenguaraces” , pero los guajiros, que entendieron bien el sincretismo cultural inverso, no se hicieron consumados jacobinos, se sirvieron de estos expulsados de la Antillas para obtener lo mismo que de los ingleses y holandeses, a lo más, servían de instigadores.  Los objetivos militares de esta convivencia entre guajiros y extranjeros eran claros: la conquista de Maracaibo y Río de el Hacha. De tal manera que la capacidad ofensiva española era difícil de mantener[17].

            Pero también existe un adicional que no hemos considerado, Río Hacha, un pueblo miserable, un rancherío de gentes resignadas al calor, el viento seco y los arteros modos de sus vecinos, mantenía muy mala relación con Maracaibo, de hecho eran rivales, así que cualquier acto o asunto que se tratara se veía enturbiado por este enfrentamiento. Los gobernadores de ambos territorios entendían el problema guajiro como un asunto de defensa común, y no como un asunto de competencias jurisdiccionales[18]

            Esta pretensión de dominio colombiano en la Guajira, tampoco fue un hecho en su etapa republicana, varios casos de marinos daneses apresados y quemados por los indios, ocasionaron protestas por la Legaciones acreditadas en Caracas, a la vez, que observaban el estado de abandono y descontrol de aquella región. El mismo Ejército invasor de Cipriano Castro, que en 1901 quiso reeditar en versión pobre, una Nueva Colombia la Grande, sufrió serios descalabros a su paso por la península guajira[19].

Los Firmantes del Acta de Sinamaica

¿Quién era Francisco Jacott?

La persona que califica (como lo entendemos hoy en cuanto a capacidad profesional) a Francisco Jacot, teniente coronel e ingeniero ordinario, es nada menos que el gobernador Manuel Guevara y Vasconcelos, brigadier y Capitán General de Venezuela. Los interesados en revisar su biografía podrán corroborar que se trataba de un oficial de fina pluma, destacado militar y político, algo achacoso por la edad, soltero, dedicado enteramente a sus funciones, y con una capacidad de análisis fundamentado en informes cruzados de diversas fuentes. En 1802, la falta de ingenieros militares es grave, el Capitán General de Venezuela habilita voluntarios para Margarita y Maracaibo.  Sobre Francisco Jacot  señala:

“Poco hábil  físicamente, casi ciego y sordo, con una estrechez de conocimientos abismales, se contradice y se opone para luego aceptar su error, no tiene planos formados, ineficiente......”En una Junta de Guerra  Jacot " no comprendía ni lo que leía ni lo que hablaba...ni siquiera podía leer los planos y el terreno que pisa”[20].

            Pero las inexactitudes del Acta de Sinamaica no se circunscriben a la  enfermedad de Francisco Jacott;  también a los mapas y planos:

En agosto de 1791, el señor Antonio de Narváez y La Torre decía al ingeniero Francisco Jacott (Nota: tales documentos se encuentran en el anexo a la Réplica), encargado de la demarcación de Sinamaica: - Por lo que mira al plano...el que hallo en este gobierno  es hecho en 1767 por un particular no facultativo,  y así no está perfecto, sin embargo, como es el que hay, de oficio remito a usted una copia o croquis de el, copiado sólo de pluma y muy mal, en papel, ceitado, porque mis años, enfermedad continua de ojos y otras ocupaciones urgentes no me permiten ya a lavar planos y aquí no hay quien sepa hacerlos. Igual copia remito de otro que tengo por más arreglado, que es copiado de uno impreso y grabado en Madrid, por Don Juan López, geógrafo de SM., en 1786 en lo que es costas y otras cosas, y en que he añadido y arreglado (aunque no con entera precisión porque no se ha hecho por operaciones geométricas ni por observaciones, sino sobre poco más o menos, por noticias, lo que basta para conocimiento) los principales pueblos o habitaciones de estos indios”.[21]
           
¿Quién era Francisco Surbarán?

            Capitán de Milicias que recibió el puesto de Sinamaica a Don Francisco Nicasio Carrascosa en 1792 (de la Guarnición de Cartagena de Indias). Un capitán de Milicias no tenía formación en temas de ingeniería o en cartografía. Una carta no muy clara, inserta en los Alegatos de Venezuela y Colombia que reposan en la sección Diversos (documento 45-22) del Archivo General de Indias, señalan que en otra carta del 19 de marzo de 1775, Francisco Surbarán, Comandante del Puesto de Sinamaica, le decía al Gobernador de Maracaibo, Don Alonso Ríos y Castro que:

" Siempre he oído hablar con indiferencia en cuanto a raya o  división de esta jurisdicción con aquella pues a algunos he oído que alcanza la de Maracaibo hasta el sitio del Calabozo y a otros que el río Socuy fue la otra señal puesta por equivalente a amojonamiento"[22].

Este documento, por la estructura del discurso, la diferencia de tiempos en que el citado comandó el puesto de Sinamaica (casi 20 años de interludio), debe ser cotejado con el original y ratificar su existencia, pareciera un escrito forjado. De cualquier forma, Francisco Surbarán es sólo un conocedor coyuntural de la zona, no cosa distinta.

Los Instrumentos

¿Qué podemos decir de los mapas utilizados para la elaboración del Acta de Sinamaica?
La Carta Plana de la Provincia de Río de Hacha situada entre las de Santa Marta y Maracaibo, de D. Juan López en 1786. Señala los límites en caño Paijana, fue realizada por un Geógrafo de su Majestad, pero el ser “Consejero, Geógrafo, Zapatero, Mozo de Cámara ó amante de su Majestad”, que siempre eran numerosos, no significa otra cosa que el título honorífico, salvo en casos de nombramientos especiales. La carta plana de Juan López no era una carta oficial, mucho menos la copia  a pluma dibujado por un Gobernador medio ciego y dirigida a un ingeniero, también, casi invidente[23].
Juan López hizo una Carta Plana en 1786, y otra al año siguiente, en la primera aparecían los islotes de la ”Fraila”, y en la segunda, hizo correcciones, entre ellas, la supresión de estos islotes. La copia a pluma, y sin precisiones geométricas de la primera edición fue la que utilizó Francisco Jacott para situar los linderos municipales de Sinamaica[24];  más una mala copia de otra carta de 1767, tales fueron las referencias con las que se elaboró el Acta y no otras noticias, porque como sabemos, ni se atrevieron a salir de su recinto a riesgo de ser atravesados por alguna flecha o disparo.
Otros ingenieros y sus trabajos cartográficos
Antonio Arévalo
Fue un longevo ingeniero militar, aún a sus ochenta y dos años (1799)  de edad y sesenta y dos de servicios,   era Ingeniero General de la plaza de Cartagena de Indias.  Ostentaba el grado de Teniente General  e Ingeniero Director de los Reales Ejércitos, entró al servicio en 1736 como cadete en la plaza de Orán, allí estudió matemáticas, fue examinado y aprobado dos años después, graduado de subteniente y aprobado como ingeniero extraordinario, se le destinó a Cádiz (6 de julio de 1741). Estuvo poco tiempo en Italia, de allí pasó con el Coronel Mac Evan a Cartagena de Indias en Compañía del nuevo Virrey de Santa Fe.

 En el viaje, un encuentro con los ingleses terminó con la vida del alto magistrado, se vieron obligados a llegar a la Guiara y de allí seguir por tierra hasta Cartagena, a la que llegaron el 29 de noviembre de 1742.   Trabajó en fortificaciones hasta 1755,  en los mejoramientos de los baluartes, escolleras y murallas. Fue destinado a la pacificación de los indios guajiros (1771- 1772) con José Galluzo como lugarteniente.

Entre 1773 y 1776 fueron fundadas los llamados “establecimientos marítimos”  de Bahía Honda, Sabana del Valle, Sinamaica y Pedraza, obra de este ingeniero, en 1779 aquellos puestos avanzados en tierras guajiras fueron suprimidos. Fue exonerado del servicio de ingenieros. el 24 de noviembre de 1799, el virrey dio acuse del recibo el 19 de febrero de 1800, le sucedió Miguel Marmión[25].
 Arévalo y  los planos elaborados 
            A diferencia de Francisco Jacott, el Director Ingeniero Antonio Arévalo fue un hombre activo, de fina inteligencia y preocupado. Subsisten dos planos elaborados entre 1772 y 1776, a saber:

1. El “mapa” de Antonio Arévalo de 1772,  según el ponente de la Sección de la Guajira, Justo Zaragoza, “el mas perfecto” dice que lo hizo tomando uno inédito[26] el de 1731, según Zaragoza, el mapa no señala ninguna línea divisoria, semejante omisión demuestra que no tenía el autor  al tiempo de hacer el mapa seguridad completa de los términos fijos entre las jurisdicciones de Río Hacha”[27].
2. El otro “mapa” de D. Antonio de Arévalo de 1776, lo considera mas perfecto[28].
            En primer término, debemos calificar estos levantamientos topográficos como planos, no como señala Justo Zaragoza, quien los denomina mapas.

            Si seguimos la Escuela española de Ingeniería Militar del siglo XVIII, podemos afirmar que los planos del ingeniero Arévalo se realizaron siguiendo los procedimientos establecidos y con los fines para los cuales eran elaborados, en este caso, la pacificación guajira. Arévalo, al contrario de Jacott, si salió a reconocer el terreno, hacer comparaciones, observaciones y demás cálculos topográficos. En cambio, no pudo realizar mediciones costeras desde un barco para mejorar el trazado de las costas y apuntar observaciones sobre islas e islotes, primero por carecer de instrumentos marinos, y lo más importante, los ingleses no le permitían salir al mar[29].

            En ninguno de esos planos, se señalan los Mogotes llamado los Frailes.

Arévalo no pudo tener cartas actuales entres 1773 y 1775, puesto que la de Juan Cruz Cano fue terminada en 1775 y quienes la recibieron fueron: El Consejo  de Indias (3 copias), Manuel Godoy (2), Ministros de Marina, Justicia y de Asuntos Eclesiásticos, uno cado uno, lo que indica que no pasó a América[30].

Justo Zaragoza dice que copió el mapa  inédito de 1731, llamado Mapa de la Costa de la provincia de Santa Marta con las bahías, ríos y sitios cuyos términos son desde Río Magdalena hasta Cabo de la Chichivacoa[31]. Las palabras en negrillas fueron obviadas.

Este “mapa” probablemente, es una copia de los correspondientes al siglo XVII, entre los que tenemos.

“Venezuela cum parte auestrali novae andaludiae por ionssonius”, 1656. Señala un fuerte militar en Cabo Chichivacoa, alineado con los Monjes, cortando ambas toponimias, al igual que todas las anteriores, al nor este relativo[32].
 
            Terra Firme cum Novo Regno Granatense et Popayán, elaborado en Amsterdam por Joducus the elder, 1625. Con separación de provincias en trazado negro. El Cabo Chichivacoa y los Monjes  cortados con la misma línea azimutal,  este último al noreste  relativo[33].
           
            Terra Firme cum Novo Regno Granatense et Popayán, elaborada en Ámsterdam por Joanes Janjonius, 1633. Parecida a la anterior, con separación de provincias en trazado negro, y ayudas a la navegación, el Cabo Chichivacoa y los Monjes igualmente alineados[34].

Los ingenieros militares estaban facultados para hacer planos en función de futuras operaciones militares, no para hacer “mapas” debidamente detallados, al estilo de los grandes trabajos cartográficos del XVIII, cuya exactitud, es aún digna de admiración.

Los planos elaborados por ingenieros militares tenían fines expedicionarios o de control de fronteras enemigas. Los “mapas” de Francisco Jacott y de Arévalo eran planos, en consecuencia, no válidos para fijar  deslindes territoriales de grandes unidades administrativas.

El responsable de la elaboración del Acta de Sinamaica fue el ingeniero ordinario Francisco Jacot,  formado en Ceuta, con una impericia probada, casi ciego, y que la realizó encerrado en el mísero puesto de Sinamaica.

El segundo actor, era un capitán de Milicias con cualidades de baqueano, más no formativas en el ámbito cognoscitivo necesario para elaborar mapas o planos.

Los mapas de referencias, uno de 1767, y el referido de Juan López, se convirtieron en croquis a pluma sin precisiones matemáticas, por lo que los procedimientos que enseñaban en las Escuelas de Ingenieros peninsulares no se cumplieron, mucho menos los otros elementos  necesarios para formar un plano profesional y con el esquema escolástico debido;  no se utilizaron  instrumentos de trabajo, el reconocimiento del terreno y los dibujos que situaban los puntos importantes.

En consecuencia, el Acta de Sinamaica no es un trabajo técnico, que no cumplió los procedimientos establecidos, fundamentado en un croquis de un mapa no oficial.

Los mogotes llamados los “Frailes”  a que se refirió Francisco Jacott, constituye parte del levantamiento del Acta sobre un plano, copia a pluma del mapa de Don Juan López (1786), donde señala unos islotes llamados “Fraila”, cerca del puesto, en la ensenada de Cojoro (antiguo saco de Maracaibo), error cartográfico corregido en el mapa de Juan López de 1787.  Los Mogotes llamado “Fraila”, no fueron inspeccionados ni levantados en terreno.

Si aplicamos el principio de Derecho Internacional que advierte sobre la obligación de contextualizar los documentos antiguos en la época en que fueron realizados, el Acta de Sinamaica, de conformidad con los parámetros de la época, es técnicamente incorrecta, por lo tanto, inútil como referencia cartográfica o de delimitación, ni siquiera a nivel municipal.

Lo anterior nos lleva a una profunda reflexión: Las comisión venezolana para el Laudo Arbitral (1881-1891) se limitó a copiar y dictar de memoria el Acta, no a estudiarla.

No se ha estudiado el documento denominado “Acta de Sinamaica” con las obligadas herramientas metodológicas que exigen las Escuelas de interpretación de manuscritos en función de límites (estas Escuelas existen), mucho menos el espíritu del documento diplomático indiano. Gravísimo error que lleva más que a presentar soluciones de Estado, formar una cofradía excluyente de conocedores de tratados, notas y documentos, pero poco de producción propia,  fruto de un profundo análisis dialéctico kantiano, ó a posteriori.

LOS FUNCIONARIOS AUTORIZADOS PARA ELABORAR MAPAS OFICIALES EN EL SIGLO XVIII

Pero, sino estaban facultados los ingenieros militares para levantar mapas oficiales, ¿Quiénes eran los autorizados para la delimitación y demarcación, como acto del Estado absoluto?

Los geógrafos designados directamente por el Estado, y los oficiales de la Armada formados en Hidrografía.

¿Cuáles son las condiciones para que un mapa o plano tenga la validez necesaria como un acto de Estado?

En este caso los criterios del siglo XVIII coinciden con los modernos. Que la elaboración de estos instrumentos cartográficos sean ordenados por el Estado, y tengan carácter de publicación oficial. Los principales mapas oficiales de finales del XVIII, fueron los siguientes:

Mapa de Juan Cruz Cano y Olmedilla

Juan de  Cruz Cano y Olmedilla, formado en Francia,  publicó en 1776 su mapa denominado “Mapa geográfico de América Meridional dispuesto y gravado por Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, geógrafo pensionado de su Majestad, individuo de la Real Academia de San Fernando, y de la Sociedad de los amigos del país, teniendo presente varios mapas con arreglo a observaciones astronómicas, 1776”[35].

Este mapa, estudiado por el suscrito en la British Library, tiene dos metros y medio de largo por 1,5 de ancho. El mapa de Cruz y Cano fue patrocinado por la Corona, representación del Estado, de estos, se distribuyeron unos nueve o diez, ninguno viajó a América.

El mapa de Cruz Cano es excepcional, se fundamentó en 65 mapas de referencia, sin contar con los del geógrafo Ayala, y con tres meridianos de soporte loxodrómico, un levantamiento cartográfico que se preciara de preciso, no podía obviar esta consideración técnica,  tal era el procedimiento de un buen geógrafo para construir un mapa lo más exacto posible, y que fuera para uso oficial[36].

El referido mapa, establecía  los límites de la  Provincia de Río de Hacha,  con el signo ( ... ) como división de provincia, o partido grande, esta línea separaba Maracaibo de Santa Marta, partiendo ambas jurisdicciones en el cabo Coquivacoa, aquí  señalaba  unos promontorios que llegaban a Punta Espada, en Castilletes no señaló punto resaltante de costa,  en cambio, si plasmó dos pequeños promontorios en la Teta guajira, al norte del saco, al oeste de Macuira, no hay otras toponimias resaltantes[37]

Los Monjes, los ubica a 12° 16´, latitud norte y  305° 22´ este, meridiano de Tenerife,  y 67° 38¨ del meridiano de Toledo corregido que corre al oeste, tomando que Madrid está a 5° 5´, al occidente de París sustrayendo 18 minutos de corrección da Toledo como primer meridiano. Coquivacoa,  señalado en  12° 8´ Latitud  y  305° 24´ de longitud  de Tenerife, y 67, 35° de Toledo[38]. Los Monjes estaban en derechura a Coquivacoa.

CÓMO SE HACÍAN LOS DELIMITACIONES OFICIALES

¿Qué se necesitaba en el siglo XVIII para realizar deslindes fronterizos, cuando tales actividades iban a ser revisadas en el Consejo con opinión final del soberano?

Cosmógrafos para las operaciones astronómicas, escribientes, delineadores, capellán, intérpretes, cirujano, sangrador, rompedor de láminas y escoltas entres otras cosas[39]. Eran los integrantes de una comisión fronteriza del siglo XVIII, la mayoría de los especialistas pertenecían a la Armada española, vanguardia europea en Hidrografía, Delimitación y Elaboración de Mapas.  En 1791 fue cuando Inglaterra apenas fundó su centro hidrográfico. 

Las delimitaciones realizadas entre España y Portugal al sur de Venezuela demuestran que existía una técnica de trabajo, de mediciones y de dibujo establecido para estos fines, nada de que todo era del soberano, o que la Ilustración no había llegado más allá de la retórica de Rousseau:

“Dos comisarios nombrados por el Capitán General, un secretario, dos cosmógrafos para las operaciones astronómicas,  dos escribientes, dos delineadores, un capellán, un médico, un intérprete, un cirujano, un sangrador, un rompedor de láminas, un carpintero de ribera, un calafate, un herrero cuatro oficiales de Infantería con 100 hombres, cuatro cajas de armas, siete lanchas nuevas, seis piraguas, seis curiaras, dobles amarras, 144 canaletes, 72 bogas, 12 para las piraguas, 30 bogas para las curiaras, 100 piedras de fusil, hachas, hachuelas[40].

El Ingeniero Arévalo no llevó ninguno de estos especialistas, ni siquiera los delineadores o el dibujante, de lo que se deduce, que los levantamientos topográficos los hizo copiando un mapa anterior y por lo tanto no conocía la verdadera forma de la península guajira, en suma, se trataba de planos militares con fines de pacificación.

  Tres misiones importantes fueron enviadas a América en el siglo XVIII para la realización de mapas oficiales:
 
1.            D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa, ambos oficiales de marina, hidrógrafos y geógrafos.
2.             Los trabajos de Cruz Cano y Olmedilla.
3.            La misión del Atlas, acaso la realizada con instrumentos, recursos y precisión mayor.
  
Por lo que podemos decir, que estas cartas de costas y mapas, eran, de las pocas que llevaban el sello oficial de la Corona española.

Los grados de longitud eran fundamentales para tener precisión, debido a que el problema de la longitud no se había resuelto, generalmente se tomaban tres ó mas meridianos, el de Londres, Madrid, Tenerife y París por ejemplo. Por lo que se observa, Arévalo solo usó el del pico de Tenerife, ubicando la Península guajira entre los 205º y los 207º.  En la mayoría de las cartas de la época, los meridianos correspondientes a partir por ejemplo de los Monjes, sobrepasan los 305º  con respecto al pico de Tenerife[41]. En ese momento, el meridiano de Londres iba tomando mayor fuerza.

¿DÓNDE ESTÁN LOS MOGOTES, DENOMINADOS LOS “FRAILES”?

            A ambos lados del cabo de la Vela.  ¿Cómo lo sabemos? Veamos a continuación.

LOS TRABAJOS DEL CAPITÁN DE NAVÍO JORGE JUAN

            Jorge Juan  al igual que Antonio de Ulloa fueron destacadísimos oficiales de la Real Armada, formados en el exterior, el primero, un constructor naval de primer orden. Ambos, pioneros en la disciplina de la Hidrografía. Los insignes marinos fueron encargados por el Rey para hacer un recorrido por América del Sur entre 1740 y 1743. En el trayecto por Venezuela, Jorge Juan hizo el segundo dibujo a mano alzada sobre el Golfo de Venezuela y lo publica en 1748, en su  “Relación Histórica del Viaje a la América Meridional, Hecho por Orden de su Majestad, para Medir Algunos  Grados de Meridiano Terrestre , y Venir por Ellos en Conocimiento de la Verdadera Figura, y Magnitud de la Tierra, con Varias Observaciones Astronómicas y Físicas”.

            Si leemos la relación, podemos sacar en claro varios aspectos:

1.    Es una publicación oficial, el Soberano, el Rey, es el ordenante.
2.    La Relación fue realizada en un leguaje técnico, por un Hidrógrafo y Marino reconocido, únicos facultados para este tipo de trabajo.
3.    En la Descripción del Golfo de Venezuela (pp. 17-19) se extiende en aspectos hidrográficos, complementados con un dibujo a mano alzada del espacio comprendido entre cabo Chichivacoa y Cabo de la Vela, desde éste último del lado izquierdo visto desde el mar, ubica un “Mogote”[42].

LOS TRABAJOS DEL CAPITÁN DE NAVÍO JOAQUÍN FIDALGO

            El sistema de gobierno español, que actuaba dentro de los esquemas de la Ilustración se interesó vivamente por conocer las potencialidades y la geografía del territorio americano, es por ello, el Consejo Supremo de las Indias llevó a efecto la elaboración de un Atlas de América y del Caribe, corría el año de 1786[43]. Los trabajos del Atlas, comenzaron en 1793, para ello se seleccionaron dos destacados científicos, oficiales de la Armada, los Capitanes de Fragata Cosme Churruca y Joaquín Fidalgo.

            La comisión del Atlas, a diferencia de los trabajos de carácter personal de cosmógrafos e ingenieros militares, tienen varias características, imprescindibles para ser considerados como definitivos en materia de delimitación marítima:

1.    Son trabajos oficiales.
2.      Los levantamientos fueron realizados por técnicos en la materia.
3.      Las labores de sondeo, levantamiento y posicionamiento se realizaron con los instrumentos debidos y más modernos de la época.

Cosme Churruca se encargó del levantamiento de las costas de México e islas del Caribe. Por su parte, Joaquín Fidalgo, realizó los levantamientos de Tierra Firme.

El capitán de fragata Joaquín Fidalgo en las costas de Venezuela

            A finales de 1793, Joaquín Fidalgo, comandante del Bergantín “Alerta”, se encuentra en el oriente de la Capitanía General de Venezuela. El 26 de noviembre sale de Cumaná: " habiendo examinado uno y otro todos los puntos de la costa y bajos con toda exactitud y empeño que las circunstancias han permitido, levantado sus planos, y situándolos  por observaciones de latitud y longitud"[44]

En Barcelona reconoció el “Morro”: “punto bien distinguible y que puede servir de recalada". Posteriormente,  Recorrió entre las islas de Píritu, muy bajas para buques mayores, pasó a reconocer cabo Codera, "reconociendo y sondando aquella costa que es muy bajía". Reconoció Chuspa, "fondeadero aunque desabrigado, tiene algunos víveres y agua, y es bastante concurrido de las embarcaciones menores del tráfico de la costa que remonta a Barcelona., que tiene un placer que es bajo hasta para los bergantínes cuando hay mar gruesa, la ubicación estaba  malísimamente situado en otras cartas"[45].

            Joaquín Fidalgo hizo una observación en calidad de experto, y es la poca valía de las cartas que había conocido, como referencia cartográfica.

            En abril de 1794, luego de haber reconocido las costas de la Guaira, donde intentó reemplazar las bajas y deserciones, y reconocida Puerto Cabello, llega a Cayo “Sombrero”, donde reconoce la costa y levanta planos, de allí,  a los Cayos de San Juan, no sin antes reconocer la bahía de Chichiriviche, luego ubicó un bajo un bajo en Punta de Ubeno donde se perdió un navío francés; de allí, partió a Curazao, y luego a Puerto de Santa Ana[46].

            En este trayecto, el capitán de fragata Fidalgo señala los graves defectos de los mapas y cartas de la Capitanía General de Venezuela[47].

            El bergantín  “Empresa” reconoció Curazao, Bonaire y una bajo que no se conocía cerca de Cumarebo, llegaron a la Vela de Coro donde hicieron  varios reconocimientos y ajuste de cronómetros[48].

Los instrumentos y técnicas de levantamientos utilizados

            Antes de entrar en materia, se debe aclarar el término “reconocimiento”, que seguramente se relacionará con el escudriñamiento del horizonte y de los detalles de las costas. En el caso de los Hidrógrafos de San Fernando de Cádiz, los reconocimientos conllevaban lo primero nombrado, más posicionamiento por latitud y cronómetros (longitud), y otros instrumentos que se señalaran.
           
            En los reconocimientos, se enviaban lanchas, que se acercaban a los puntos elegidos de las costas. Se reconocían las sondas, los canales y los fondeaderos; los cosmógrafos y dibujantes, levantaba los planos con sus instrumentos, para compararlos con los conocidos o existentes.  Este procedimiento se aplicó en el Golfo de Venezuela desde el 13 de junio de 1795[49].

            En los reconocimientos de bajos y otras actividades, Joaquín Fidalgo   en Bahía Honda, que a manera anecdótica, pudo reconocer las ruinas del efímero puesto marítimo fundado en 1776[50].

Las correcciones de las longitudes eran sumamente importantes, para ello, se adquirieron los mejores cronómetros en Inglaterra, y se usaron tres longitudes como referencia y mayor exactitud a las medidas. La medición con cronómetro se complementaba con las medida de otro instrumento denominado cuarto de círculo. La latitud se obtenía “midiendo las estrellas” con el octante[51].

Fidalgo en la costa Guajira

            El 27 de junio de 1794, Joaquín Fidalgo arribó a los Monjes. Le fue difícil reconocerlos por la fuerte marea. EL 30 de Junio la Comisión del Atlas se encontraba frente a las costas del Cabo Chichivacoa. Por efectos de la mar gruesa, los cronómetros se desajustaron, debiendo regresar a la península de Paraguaná para ajustarlos y verificarlos[52].

            El 4 de julio están de nuevo en los Monjes, mientras el Bergantín Empresa  pasó a Cabo Chichivacoa, y posteriormente el Alerta a Punta Espada, para verificar la longitud.  El 9 de julio estaba en Cabo de la Vela. El uso de la bandera holandesa les permitió bajar a tierra y ser tolerados por los guajiros[53].

Los Mogotes según Fidalgo

            Los reconocimientos a la Guajira se completaron en 1799, para ese momento Joaquín Fidalgo era capitán de navío, y estaba destacado en la Plaza de Cartagena de Indias. Tres características distinguen a este trayecto del Atlas:

1.    Los Guajiros permitieron a los científicos desembarcar y verificar medidas desde tierra, y desde el mar, procedimiento necesario para elaborar instrumentos cartográficos exactos, privilegio del que no pudo disfrutar ninguna comisión en la guajira, ni siquiera el diligente Arévalo.
2.    Se utilizaron los instrumentos adecuados.
3.    Se corrobora la existencia de los Mogotes ubicados cincuenta años atrás por Jorge Juan.
4.    Se determina otro Mogote adicional, ambos, al lado de Cabo de la Vela.

Transcribimos una parte de las operaciones de la Comisión del Atlas en la costa Guajira.  

UN DOCUMENTO DEFINITIVO: OPERACIONES EN LA ENSENADA DE CABO DE LA VELA EL DIA 7 DE ENERO DE 1799


DESCRIPCION
UBICACION
OBSERVACIONES
Límite de la ensenada hacia el sur
3º 12´

Cerro Nº 2 del carrizal
16º 50´

Cerro Nº 3 del carrizal
18º 11´

a- Una macolla  distinguible en la costa hacia el Carrizal
22º 25´
Macolla
b. Otra que le sigue
22º 58´

d- Mogote de los Remedios

Mogote
Bergantín
70º 00´




s. Señal de cabo de la Vela en su punta occidental
125º 27

m- Macolla de la playa hacia el NO
139º 25´
Macolla
Límite de la ensenada hacia el mismo rumbo
149º 22

P. Pan del caco en lo mas norte del mismo
221º 29´

e. Lo más este del frontón del cabo
227º 04´

y. Mogote entre Portete y cabo de la Vela
292º 09´
                Mogote
Teta occidental de Jaijaime
303º 15´

Teta oriental del mismo
303º 19º

g. Pico agudo de la sierra de Carpinteros
322º 27´


QUÉ ES UN MOGOTE

            Al revisar más de quince diccionarios antiguos, llegamos a la conclusión que era un término propio de los hidrógrafos del siglo de la Ilustración.

Las toponimias venezolanas entremezclan las denominaciones de origen castellano con las indígenas y existen serias dificultades para aislar estas últimas. Las voces indígenas en los Andes y en el Occidente pertenecen a lenguas desaparecidas. En general,  los sufijos de composición reflejan la idea principal, por ejemplo “cuar”, tal vez de origen cumanagoto, significaba sitio o vertiente, otros sufijos: “gua”, “ba”, tal vez de origen caribe. Existen modificaciones en las voces occidentales como Chichivacoa y Buchivacoa del lugar llamado Chivacoa, la voz “bacoa”  tal vez  sea de origen taíno; “baca”: sentido colectivo, “icr”: caño, “ima”: lugar, “ime” (Parime): grande, “ina”: tierra, etc. Existían otros sufijos indescifrables  como “bo” y “che” (Cumarebo, Carache, etc). Voces como Cabruta (cabrito) o Cariaco (venado), son de estructuras completas[55].

Las de origen español o vasco también han dado no pocos problemas de interpretación cuando se mezclan con las autóctonas. Tenemos uno que ha sido motivo de agrias controversias: los mogotes llamado los “Frailes”,  establecido actualmente como supuesto límite de Venezuela con la actual Colombia  en la parte noroeste no coinciden con el hito de  “Castilletes”, tampoco con la  “Fraila” en el saco de Maracaibo, o el existente en el cabo de la Vela, al sur–suroeste relativo, llamado del mismo nombre, cerca de la costa de Sobaco[56].

Mogotes, del vasco “muga” o del gallego “mojón”, significa hito permanente y natural que resalta en el panorama. “Juyachí”, de la palabra compuesta de etnia guajira  que significa tierra seca[57].  Dos combinaciones imposibles de concatenar  dieron nombre a un hito imaginario, una palabra específica de significado técnico y una vasta, extensa,  de significado cosmogónico, como era la mentalidad  colectiva del guajiro,  lleno de generalidades.

Es discutible la inclusión de la idea espacial indígena dentro de la cartografía europea ya que la idea cartográfica pudo haber sido incluida de varias maneras, a saber: voces, sonidos, gestos, etc., en todo caso, la complejidad de los mapas nativos hacía difícil el entendimiento del concepto tiempo-espacio. Las riveras y  lugares destacados recibían nombres, pero los geógrafos europeos pudieron usar esos nombres de  manera ambigua, aplicándolos a un extenso campo de visión y además los nativos bilingües eran capaces de recodificar sus conceptos espaciales para hacerlos inteligibles a los europeos, los indígenas estaban preocupados  por el significado espiritual de sus toponimias[58].

            En los años 70, el grupo de asesores del Ministerio de Relaciones Exteriores, los presbíteros Pablo Ojer, Daniel de Barandarian y German Oropeza entre otros realizaron una amplia disquisición sobre el término, básicamente se referían a un montículo aislado o varios haces de  montículos rematados en punta roma, peñasco o montón en forma de médano, en una playa o cerca de el, y que descubierta o vista desde el mar.  Posiblemente la palabra “Fraile” se refiere a monje anacoreta y solitario, y no a las aves de este nombre[59]. La forma de Fraile como religioso es más semejante a los Mogotes ubicados en Cabo de la Vela, la forma de los Monjes, pero bajo ningún parecido a los supuestos islotes de la ensenada de Calabozo.

LA INVESTIGACIÓN DEL GEÓGRAFO JHONNY VERGARA

            Los trabajos de Fidalgo y Jorge Juan coinciden de manera casi perfecta con un trabajo reciente, elaborado por el geógrafo venezolano Jhonny Alexis Vergara, inédito y poco publicitado, ratifica con modernas herramientas lo que ya sospechábamos o conocíamos de manera poco sustentada: Los mogotes están ubicados a ambos lados de Cabo de la Vela, fin de la Historia.

            El insigne investigador deja claro que “Castilletes es una meseta de origen  de erosión regresiva[60], vale decir, no es un Mogote ni por aproximación forzada.

            Define a Cabo de a Vela como

Una formación geomorfológica de orientación noreste-noroeste que penetra en el mar dando origen a muchas ensenadas, Huarizhera, mazick, y Aipia. En la serranía de cabo de la Vela se levantan las serranías de Carpintero y Pan de Azúcar. se encuentran rodeadas de la llanura a manera de isla y de poca elevación, en medio de la llanura se levanta el cerro de la Teta , de formación cónica”[61].  

Descartando nombres y toponimias,  y realizando un trabajo “in situ”, señala varias posibilidades asertivas:

Cerro la Teta, se ha mantenido con el tiempo,  no cumple con la denominación de mogote porque no está a orilla del mar.
Itojor: cerro piramidal, cerro testigo, o Mogote ubicado en el sector de Nazaret al noreste den la península, pertenece a la serranía de Macuira, esta muy retirado para que se considere los mogotes de los Frailes.
Kamachi o Pilón de Azúcar: Conjunto de cerros piramidales, 5 en total, Jepirra en Wayuú- se le han llamado cabo falso, pan de azúcar,  pilón de azúcar, cerro pan, están a 30 Mts. del mar se puede considerar los Frailes[62].

CONCLUSIÓN

            Los Mogotes, llamados en algunas cartas, y referencias geográficas “Frailes”, en términos de denominación lingüística es coyuntural y no obedece a  una toponimia aborigen o castellana mantenida en el tiempo. Pero en términos históricos y geológicos, el accidente geográfico existió y existe a ambos lados de Cabo de la Vela, a través de tres cuatro singularidades de consecuencia abstractiva y determinantes:

·         Los dibujos de Juan de Escalante y Mendoza (Sevilla, 1575)[63].
·         Los trabajos y levantamientos de D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa.
·         Los trabajos de Cruz Cano y Olmedilla (1740-1743).
·         La misión del Atlas (1794-1804).
·         Los trabajos de Joaquín Fidalgo en la Guajira (1799).
·         Los trabajos de Jhonny Vergara (1996).

¿De que sirve todo esta argumentación?  En instancias internacionales, existen casos llevados a la Corte Internacional, en el cual los “títulos municipales o eclesiásticos”  son desechados por confusos.

En el diferendo fronterizo entre Salvador y Honduras con intervención de Nicaragua, con sentencia de la Corte Internacional de la Haya del  11 de septiembre de 1992, el espacio en controversia era el denominado golfo de Fonseca, descubierto en 1522 por Andrés Niño. Ambos Estados argumentaron el principio de efectividad colonial. La Corte desestimó los títulos eclesiásticos y municipales por confusos y contradictorios. Al ser contradictorios, se pone en juego no el Derecho Internacional, sino el derecho constitucional del soberano. (Derecho Indiano). Por ello, se impone estudiar cómo fue el comportamiento de los Estados inmediatamente después de independencias (reivindicaciones, declaraciones, reacción o su ausencia, etc.

En el caso venezolano, los títulos marítimos  desde la época hispánica  no son confusos ni contradictorios, por lo que el principio del “UTTI POSSIDETTIS JURIS” y de efectividad colonial, últimamente, utilizado con bastante provecho por otros países, sería un argumento sólido; no sólo el Derecho Indiano no está cuestionado, como tampoco otros actos locales, además,  la práctica continua y pacífica  “vale título”.  

            Cuando se asumen funciones de Estado, bien sea como negociador o representante de una parte de la política exterior, las individualidades y los razonamientos en términos instrumentalistas son útiles en una fase del problema, al igual que los análisis con razonamientos simples y lineales.

            El asunto del golfo de Venezuela y los límites suroccidentales, giran en relación a un concepto metahistórico indubitable: es un problema econocéntrico, donde fuerzas extranjeras expresadas a través de una burguesía industrial, influyen en las desarticuladas y duales organizaciones societarias y políticas con las que mantienen unas relaciones económicas neocoloniales, para obtener beneficios del que vienen disfrutando secularmente. Aclarando, quiénes son estas fuerzas burguesas e industriales, modernamente denominadas transnacionales: las grandes petroleras y sus accionistas, enquistadas en nuestros países desde finales del siglo XIX  que influyen en su sociedad política porque la dirigen. Sobre qué y quienes influyen: sobre la sociedad dominante colombiana y sobre la venezolana a través de un direccionamiento en las negociaciones, para qué, para acceder a los recursos petroleros que genera la plataforma continental del golfo de Venezuela.

Mientras existan riquezas en el golfo de Venezuela, las negociaciones, discusiones y potenciales enfrentamientos tendrán como verdadero motor el acceso a fuentes energéticas en condiciones escandalosamente ventajosas, al fin y al cabo, la esencia del esquema de la nueva política de defensa global, en consecuencia, encontraremos una razón suficiente para que Colombia no negocie o cierre su posición.

El documento de Fidalgo, con las mediciones y referencias matemáticas son argumentos que jamás se han empleado en negociación alguno, y que nos habría salvado del engaño de que fuimos víctimas por nuestros vecinos, y victimas de nosotros mismos por nuestro egoísmo.




[1] Capitán de Navío, Doctor en Historia, DEA en Historia, Licenciado en Ciencias Navales.
[2]Juan Manuel Zapatero, “El castillo de San Felipe de Puerto Cabello, Venezuela, siglo XVIII”, en Dos ejemplos de fortificaciones españolas en la exposición de puertos y fortificaciones de América y Filipinas, Madrid, Ediciones El Viso, 1985, pp. 38-63.
[3] José Antonio Calderón Quijano, “Visión General de las Fortificaciones Indianas en los distintos frentes continentales”, en  Segundo Congreso  de Historia  Militar, Zaragoza,  Academia General Militar,  1988, pp. 145 - 186.

[4] Vicente Ferraz, Tratado de Castramentación o Arte de Campar, dispuesto para el uso  de las reales escuelas militares. de cargo del real cuerpo de Ingenieros, Madrid, en la Imprenta Real, 1801, segunda edición, pp. 350-352.
[5] Ibidem, pp. 355 y 364-365.
[6] Ibidem, p. 356.
[7] Ibidem, p. 353.
[8] Ibidem, p. 354.
[9] Ibidem, p. 395.
[10] AGI. Santa Fe, 1242. El gobernador de Santa Marta a Don José de Gálvez, 19 de enero de 1784. Ibidem. El gobernador de Santa Marta al de Cartagena, 12 de enero de 1784. AGI. Santa Fe, 384.  El fiscal del Consejo, 26 de julio de 1737.            
[11] AGS. Secretaría de Guerra, 7247 - 22. El Consejo, sobre la actuación del gobernador de Venezuela en la pacificación de los indios guajiros, 19 de septiembre de 1800.
[12]Ibidem. AGI. Libros manuscritos, 72. Relación del estado del Nuevo Reino de Granada que hace el arzobispo de Córdoba a su sucesor el Excmo. Sr. Frey Don Francisco Gil y Lemos, 1789, f. 12.   Pablo Ojer, El golfo de Venezuela, una  síntesis histórica, Maracaibo, Corpozulia, 1983, p. 100.
[13] AGS. Secretaría de Guerra, 7186 -  27. El gobernador de Venezuela, 22 de junio de 1799.
[14] Hasta 1792 este jefe de puesto lo enviaba el Comandante Militar de Cartagena de Indias.
[15] AGS. Secretaría de Guerra, 7186 -  27. El gobernador de Venezuela, 22 de junio de 1799.
[16] AGI. Caracas, 101. Miyares a Vasconcelos, 22 de febrero de 1802.
[17] AGS. Secretaría de Guerra, 7186 -  27. El gobernador de Venezuela, 22 de junio de 1799.
[18] AGI. Estado, 61-47. El Comandante de Sinamaica, 31 de marzo de 1803. Autos formados por el Gobernador de Maracaibo, 21 de octubre de 1803. AGI. Caracas, 437ª. El Ex Intendente Francisco Saavedra, 30 de julio de 1814.
[19] ADGSLAF. Documentos Relacionados con la Soberanía de Venezuela en el Golfo de su nombre, sexta serie. MRE. Dinamarca, Vol. 18. Caracas, 6 de abril de 1971.
[20] AGI. Caracas, 106. El Capitán General de Venezuela al Príncipe de la Paz, 2 de febrero de 1802.
[21] ADGSLAF. 9.11.16. Ramón Carmona, Informe, Delimitación entre Venezuela y Colombia en la Península de la Guajira, 10 de abril de 1970, cita  a su vez al Canciller Gil Borges, en su Réplica de Venezuela ante el Árbitro Suizo, Libro Amarillo, 1923, p.76 y siguientes. .
[22] AGI. Diversos, 45-22. El Comandante del Puesto de Sinamaica al Gobernador de Maracaibo, 19 de marzo de 1775.
[23] ADGSLAF. 2.13.31. Expertos de la Dirección de Fronteras a Director de Fronteras, Explicaciones que se están haciendo sobre los Mapas de Juan López y Duque de Tetuán, Caracas, 4 de febrero de 1977.
[24] ADGSLAF. 2.13.31. Expertos de la Dirección de Fronteras a Director de Fronteras, Explicaciones que se están haciendo sobre los Mapas de Juan López y Duque de Tetuán, Caracas, 4 de febrero de 1977.
[25] AGS. Secretaría de Guerra, 7246 – 30. El Consejo, sobre la Instancia de D. Antonio Arévalo, 31-3-1799.
[26] El mapa de 1731 que cita Zaragoza,  llega a la “conclusión” que era de Arévalo, también otros autores lo atribuyen al destacado ingeniero, es una conjetura que ha sido repetida en el tiempo sin rigor de análisis alguno. Arévalo se graduó de ingeniero en 1742, y nació alrededor de 1720, es muy poco probable que levantara un mapa de esas características a los onces años.
[27] Ibidem, p.310.
[28] Ibidem, p.
[29] Esto refuta de forma contundente la tesis esgrimida en las conversaciones de Roma, donde se afirmaba que Arévalo prácticamente custodiaba la costa del golfo desde Cartagena de Indias.
[30] Tomas R. Smith, “Cruz Cano`s  of South América, Madrid, 1775, its creation, adversities and rehabilitation”, en Imago Mundi, Amsterdan, 1966.
[31] Servicio Geográfico del Ejército,  Cartografía y Relaciones Histórica de Ultramar, Tomo V, mapa II. Revisado personalmente el original en la mencionada institución.
[32] The British Libray, Maps, 186. K1. (21) y Servicio Geográfico del Ejército,  Cartografía y Relaciones .., Tomo VI, número 2.
[33] The British Library, Maps, 83008 (3)
[34] The Britsh Library, Maps, 83008 (1) y Servicio Geográfico del Ejército,  Cartografía y Relaciones .., Tomo V, número 2.
[35] British Library. Maps, K.TOP..124.12.2.TAB.END
[36] Tomas R. Smith, “Cruz´s Cano Map of South America, Madrid, 1775, its creation, advertsities and rehablitation”, in Imago Mundi, Amsterdam, s.e., 1966, V XX,  pp. 49-78.
[37] Mapa geográfico de la América meridional dispuesto y gravado por Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, geógrafo pensionado de su Majestad, individuo del Real Academia de San Fernando y de la Sociedad de los amigos del país,  teniendo presente varios mapas con arreglo a observaciones astronómicas, 1776. The British Library, Maps, K.TOP..124.12.2.TAB.END.
[38] Ibídem.
[39] AGI. Caracas 477, Nota de lo que  pedir al señor Comandante General y Subdelegado de la Intendencia  de la provincia de Guayana para tirar la línea divisoria de límites de los dominios de España y Portugal conforme al tratado preliminar  fecho en San Idelfonso a primero de octubre y ratificado en 11 del mismo de 1777. 27 – 8 –1782.
[40] Ibidem.
[41] The British Library, Maps, K.TOP..124.12.2.TAB.END, Mapa geográfico de América meridional dispuesto y gravado por Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, geógrafo pensionado de su Magestad, 1775,
[42] Jorge Juan y Antonio Ulloa, “Relación Histórica del Viaje a la América Meridional, Hecho por Orden de su Majestad, para Medir Algunos  Grados de Meridiano Terrestre , y Venir por Ellos en Conocimiento de la Verdadera Figura, y Magnitud de la Tierra, con Varias Observaciones Astronómicas y Físicas”, Madrid, Antonio Marín, 1748.  
[43] Archivo Álvaro Bazán ( AB). Depósito Hidrográfico, 4903. Dictamen para la formación de un Atlas Marítimo.
[44] AB. Depósito Hidrográfico, 4949. El capitán de fragata Joaquín Francisco Fidalgo, comandante de la Segunda División de bergantines destinada a la formación del Atlas Marítimo dela América Septentrional,  a Don Antonio Valdés, da cuenta de las operaciones en la elaboración del Atlas Marítimo, 13 de febrero de 1794.
[45] Ibidem.
[46] AB. Depósito Hidrográfico, 4949. El capitán de fragata Joaquín Francisco Fidalgo, comandante de la Segunda División de bergantines destinada a la formación del Atlas Marítimo dela América Septentrional,  a Don Antonio Valdés, da cuenta de las operaciones en la elaboración del Atlas Marítimo, 13 de febrero de 1795.
[47] Ibidem.
[48] Ibidem.
[49]AB. Depósito Hidrográfico, 4949. El capitán de fragata Joaquín Francisco Fidalgo, comandante de la Segunda División de bergantines destinada a la formación del Atlas Marítimo dela América Septentrional,  a Don Antonio Valdés, da cuenta de las operaciones en la elaboración del Atlas Marítimo, 13 de febrero de 1794.
[50] AB. Depósito Hidrográfico, 4949. El capitán de fragata Joaquín Francisco Fidalgo, comandante de la Segunda División de bergantines destinada a la formación del Atlas Marítimo dela América Septentrional,  a Don Antonio Valdés, da cuenta de las operaciones en la elaboración del Atlas Marítimo, 30 de septiembre de 1794.
[51] Ibidem.
[52]Ibidem.
[53]Ibidem.
[54] Museo Naval. Manuscritos, 102. Operaciones en la Ensenada de Cabo de la Vela, 7 de enero de 1799.
[55] Lisandro Alvarado, Obras completas, Caracas, Ministerio de Educación, 1953. V. I, Glosario de Voces Indígenas, pp. 369–380. 
[56] José María Balaustegui, “La demarcación costera colombo venezolana conforme al laudo”, en  Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, Italgráfica, 1978, V. 61, N° 242,  p. 383.
[57] Ibidem, pp. 381-382.
[58] The history of the cartography, cartography in the traditional African, American, Artic, Australian and pacific societies, edited by David Woodward and G. Malcolm Lewis, Chicago and London,  the University of Chicago Press,1998, Volumen II, Libro III, pp. 322–324.
[59] Aclaratoria acerca de la palabra Mogote, Monjes, Frailes y Frailecillos, Caracas, 1972.
[60] Jhony Alexis Vergara Guillen, Análisis Geográfico y Cartográfico de la Primera Sección, Península de la Guajira,. Laudo Arbitral del 16 de marzo de 1891, Caracas, Universidad Central de Venezuela, trabajo de grado, 1996, p. 58.
[61] Ibidem, p. 57.
[62] Ibidem, pp. 80-81.
[63] Juan de Escalante y Mendoza, Itinerario de Navegación de Mares y de Tierras, Sevilla, 1575.

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