sábado, 13 de agosto de 2016

DE LA GUERRA Y LA PAZ: UNA PERSPECTIVA HERMENÉUTICA

ANÁLISIS DE LA OBRA DE CLAUSEWITZ A PARTIR DEL MÉTODO HERMENÉUTICO DE HANS-GEORG GADAMER
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La guerra ha sido un fenómeno repudiado y sublimado a lo largo de la historia. Como fenómeno su manifestación había sido considerada lo suficientemente clara que no había ameritado su comprensión, sino la elaboración de mecanismos tendentes a su regularización y posteriormente su supresión. Sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes debido a la recurrencia de dicho fenómeno. En este contexto, un ex combatiente en las denominadas guerras de la revolución y el imperio, el General Carl von Clausewitz, intentó elaborar un tratado, “De la Guerra” que permitiera a los estudiosos del fenómeno, no sólo comprenderlo, sino actuar convenientemente para alcanzar objetivos militares y políticos durante y a partir del conocimiento de su naturaleza.
A tal fin intentó establecer una serie de principios generales que descansaron en el genio del conductor militar, es decir, de la capacidad de representarse una situación y actuar creativamente en un contexto signado por una total incertidumbre para producir un efecto deseado, cuya utilidad fuese de naturaleza política. Pero, éste esfuerzo, que supuso una inconclusa revisión a posteriori, se topó con el presunto reconocimiento de encontrarse explicando cómo producir un cambio (recurriendo a la guerra) en un contexto signado por el cambio (la guerra en sí) sin tener la certeza de que sus promotores en relación con el objeto (el motivo de la guerra) y en relación con sí mismo supieran qué querían cambiar y sin saber con certeza cuanto iba a durar ese efecto deseado.
Este reconocimiento convirtió a uno de los primeros tratados que intentaron explicar, en la era de la razón, la naturaleza de la guerra, en un objeto de estudio debido a que puso en manos de los lectores un problema no resuelto: el de entender la guerra a partir de su esencia, no sólo de las causas, de su objeto y de sus métodos. Estos problemas que originalmente avizoró el General prusiano plantearon la necesidad de ser evaluados a la luz de cómo en ese entonces se interpretó ese fenómeno, intentando determinar el horizonte de precomprensión de este autor y los prejuicios a los que tuvo expuesto, para determinar en cuánto la interpretación clausewitziana ha constituido la base de la precomprensión de dicho fenómeno en el mundo de hoy.
La importancia de lo expresado precedentemente radica en que con la caída del muro de Berlín se creyó que había cesado el riesgo de que ocurriese una guerra (o conflicto) de alcance global que hiciese de la destrucción el medio para alcanzar supuestos objetivos políticos. Pero, los hechos no se correspondieron con esta creencia: Por una parte, el colapso de la Unión Soviética puso, al parecer, en manos de organizaciones no-estatales, el control de armas de destrucción masiva y, por la otra, el auge de las tecnologías de información y comunicación generaron las condiciones para que cualquiera construyera y utilizara dichas armas o amenazase con utilizarlas. Además, otros acontecimientos se presentaron en un periodo relativamente corto: una coalición político-militar bajo el manto de la Organización de las Naciones Unidas restituyó por la fuerza un statu quo político internacional, otra coalición internacional, específicamente la Organización del Tratado del Atlántico Norte trató de establecer un nuevo statu quo en Sudan y los Balcanes. Y en el ínterin organizaciones no-estatales efectuaron acciones violentas en Asia, África y Estados Unidos que determinaron a su vez actos bélicos en Afganistán e Irak. La espiral de violencia subsiguiente ha alcanzado ya a muchos pueblos y la expresión que ha subsumido estos actos de violencia es lo que se ha dado en denominar “terrorismo”.
Mas allá del significado que pueda tener la expresión “terrorismo”, que Derrida puso en duda en relación con el concepto de guerra, lo que es relevante mencionar es que, al parecer, la humanidad antes de la caída del muro de Berlín había asumido el hecho de que se encontraba en un estado de no-guerra, es decir, un estado donde una guerra general era posible y estuvo caracterizado por el hecho que los actos bélicos estuvieron limitados y circunscritos a situaciones determinadas por la geografía y la política de los afectados directamente, siendo estos actos tolerados siempre y cuando no afectasen a la comunidad internacional en su conjunto (por ejemplo, la guerra entre Eritrea y Etiopía o entre Etiopía y Sudán). Esta circunstancia  no significaba propiamente la paz, aunque era denominado paz. El fantasma nuclear permitía que esa creencia fuese no sólo generalizada, sino también universalizada. Hoy día, los hechos parecen haber demostrado que la no-guerra era la paz y que en este estado, la guerra se ha manifestado de otras muchas maneras.
Esta realidad permite afirmar que la guerra, como un acto, ha sido y parece ser aún un camino para obtener fines, pero, como estos fines parecen que han sido y son establecidos por los que representan a las comunidades políticas y no las comunidades políticas en sí, se puede dudar de que la humanidad, representada por un pequeño circulo de miembros de esas comunidades, sean medios, o medios y fines (en el sentido kantiano) o fines en sí y como tales competentes para decidir sobre asuntos de vida y muerte. Las angustias que sufrieron las poblaciones civiles kosovar, bosnia, yugoslava, keniana, sudanesa, estadounidense, española, colombiana, inglesa, iraquí, por citar algunos casos, fueron motivos suficientes para tratar de entender un fenómeno que afecta a la humanidad en su condición debido a que ha hecho entender, en parte, el significado de encontrarse en un estado de guerra donde los actos de fuerza pueden presentarse de manera súbita y repentina afectando a la totalidad. Todo esto permitió hacer el interrogante de saber y entender qué es la guerra.
El concepto de la guerra de Clausewitz se caracterizó por el hecho de partir de un modelo que fue construyendo a partir de la visión imperante en las escuelas de pensamiento europeas del siglo XVIII y principios del siglo XIX, sin embargo, este hecho no permite afirmar que este General prusiano haya sido influido por un autor en particular o que su noción de la guerra fuese esencialmente mecanicista. Por tal motivo se consideró pertinente abordar el problema de la guerra y la paz a partir de Clausewitz, pero, partiendo de los conceptos de guerra que él emite o que de él se infieren para determinar su alcance.
 Por ello se planteó el siguiente problema general: entender qué es la guerra y la paz dentro de la lógica del cambio, es decir, como momentos de una mismidad y para su solución se estableció el siguiente objetivo general:
Establecer los vínculos existentes entre las nociones guerra y paz, a partir del tratado “De la Guerra” de Clausewitz.
Para este objetivo general, se determinaron los alcances de la propuesta clausewitziana, para afirmar que la guerra y la paz eran momentos del cambio, y la intuición, en el sentido más amplio, determina la significación del mismo debido a que se está en un proceso continuo de desocultar, de aprehender algo de múltiple apariencia y esencia, trayendo como consecuencia una gran dificultad de comprensión y por consiguiente, de conceptualización. Para alcanzar este objetivo general se establecieron los siguientes objetivos específicos:
·         Determinar el marco conceptual sobre el cual se sustentó “Vom Kriege”.
·         Analizar los fundamentos de la conducción de la guerra en la obra de Clausewitz.
·         Apreciar la noción de cambio en “Vom Kriege”, a partir de la crítica del juicio.
·         Determinar el alcance de la obra de Clausewitz a partir de los prejuicios que se generaron luego de la difusión de su obra.
Para el logro del objetivo general se consideró la hermenéutica en tanto que aproximación a la verdad, es decir, se intentó abrir para la comprensión el fenómeno de la confrontación violenta usando como referente la obra del General Prusiano. Este abrirse que se pretendió buscó interpretar y descubrir relaciones en lo que respecta al conflicto armado y todas sus derivaciones, detectando y entendiendo todos los prejuicios[1] que se han tenido sobre el uso deliberado de la fuerza y cómo éstos se hicieron presentes en esa obra clausewitziana y con posterioridad a ella. Lo que se pretendió fue hacer una evaluación de la obra Vom Kriege mediante la comprensión del texto usando para ello la propuesta hermenéutica realizada por Gadamer, para, a partir de allí, establecer la significación que el fenómeno bélico representa para la humanidad en el mundo de hoy. Este autor expresó que el punto de partida de su teoría hermenéutica fue precisamente que la obra de arte era un reto para nuestra comprensión porque escapaba a todas las interpretaciones y oponía “una resistencia nunca superable a ser traducida a la identidad de un concepto”.
La selección de la propuesta hermenéutica de Gadamer radica en el hecho que, para él, “la comprensión es… un proceso que tiene como presupuesto el estar dentro de un acontecer tradicional” y la tarea de la hermenéutica es “iluminar las condiciones bajo las cuales se comprende”. De igual forma, hay que tener presente, tal como lo afirmó Llanes, que “desde la antigüedad, …, se ha usado la mirada del artista para explicar cuestiones metafísicas”, y más aún, en el propio siglo XX, se ha usado el arte para encontrar “una manera diferente de percibir el mundo”.
Todos estas premisas permitieron abordar Vom Kriege a partir de la historicidad del fenómeno bélico en sí, tomando en cuenta los modelos de cómo ha sido éste percibido, ya como momentos de dicha comprensión y considerados por Clausewitz en su trabajo. Lo que se buscó al final de cuentas fue comprender el fenómeno bélico de una manera diferente mediante un desplazamiento hacia el acontecer de la tradición de lo que se ha entendido por guerra para determinar lo extraño y lo familiar en el fenómeno y determinar, a su vez, la situación concreta por medio del cual Clausewitz construyó sus juicios sobre dicho fenómeno.
La idea central de la propuesta clausewitziana fue el carácter utilitario que le dio al fenómeno guerra. La expresión que él usó, al efecto, fue der krieg que en principio es más restrictiva que la expresión guerra en cuanto a significado. Por ello se usó la expresión bellum para traducir la expresión alemana, no sólo por ser más especifico su significado, sino por ser la expresión común con que se identificó el fenómeno en su vertiente utilitaria no sólo hasta la paz de Wetsfalia, sino hasta que el latín dejó de ser la lengua de uso común en las relaciones entre comunidades en la Europa de los tiempos que siguieron a la realización de ese tratado. Partiendo de esta circunstancia en la investigación se obtuvo lo siguiente:
En primer lugar, Clausewitz intentó establecer un concepto de bellum partiendo de su experiencia personal y cuando ésta le resultó insuficiente apeló a lo “a la mano” para alcanzar su objetivo de fundar las bases de una nueva ciencia. Este problema se debió a que intentó producir una síntesis desde la perspectiva de la utilidad de bellum y este esfuerzo quedó inconcluso motivado a que no pudo integrar en ese concepto otras características del fenómeno en sí, trayendo como consecuencia que en Vom Kriege, no hubiese uno, sino varios conceptos sobre el mismo objeto de estudio. Este problema se produjo por la imposibilidad de entender los prejuicios existentes sobre dicho fenómeno, y ello se evidenció por la presencia en esa obra de residuos de conceptos recogidos gracias a una tradición y desocultados intuitivamente, planteando también el problema de la sensibilidad y la intelección desde la crítica que hizo Husserl a la propuesta kantiana.
Estos conceptos provenían de dos vertientes: una originada de lo que se entendió por el fenómeno y dio origen a expresiones como Werra, bellum (polemos), krieg y guerra anteriores a 1648, y otra que fue instituida en Westfalia a partir del año 1648, y que permitió la consolidación de lo que se dio en denominar Estado-nación, caracterizada por el hecho que con la perdida del uso del latín, las palabras que sustituyeron la expresión bellum tendieron a ocultar sus significados originales reafirmando la noción utilitaria que tenía la generación de ese fenómeno. Con el advenimiento de nuevas estructuras políticas derivadas de la revolución americana y francesa que representaron nuevas formas en que se presentaba el acto bélico, no variaron la esencia del acto en sí, ni el estado en que éste se desarrollaba debido al impacto que tuvo la consolidación del orden instituido en el año 1648.
Las vertientes de donde Clausewitz hizo su conceptualización permitieron el parcial desarrollo de las categorías de Ideal y Wirklichen Krieg por el carácter inconcluso de su obra, con el inconveniente que a los problemas referidos previamente los conceptos de Absoluter y Wirklicher Krieg (establecidos en el libro 8) dieron origen a otras diversas interpretaciones. Estas categorías dieron paso a unas líneas de interpretación que apuntaron a considerar ese fenómeno como limitado o absoluto, cosa hoy día fácilmente contastable por el signo de lo nuclear y las armas de destrucción masiva. Pero, la idealidad a la que se refirió el autor estaba dada por la relación que había entre lo que se concebía en el plan de bellum (que podía ser planteado en término limitado o absoluto) y lo que efectivamente sucedía. Esta diferencia es la que permite explicar desde la perspectiva de Guibert, el intento de categorización que hizo el General prusiano, puesto que este autor francés concibió idealmente lo absoluto para obtener un resultado definitivo in bello.
Clausewitz, superó el trabajo de Guibert al hacer depender estas categorías de la relación trinitaria de pasión, entendimiento y cálculo político. Este concepto de la trinidad fue el que permitió al General prusiano ir de lo específico relacionado con la utilidad de bellum a lo complejo de intentar entender lo que había más allá de la utilidad en ese fenómeno.
El impacto que tuvo esta unidad de sentido no acabada de bellum que representó el esfuerzo de Clausewitz, se evidenció en que su vivencia, sumida dentro del fenómeno bellum, tuvo como referente el Yo, en sentido fichteano (a pesar de partir de una perspectiva realista, en sentido kantiano), un Yo soportado por una tradición, muy a pesar que el paradigma que lo había sostenido había entrado en crisis, como consecuencia de los cambios que se produjeron en América y Europa a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Desde la perspectiva epistémica intentó producir conocimientos tomando, si se quiere, una propiedad del fenómeno para desocultar las causas, los efectos y el camino que media entre ambos para obtener fines de naturaleza política.
En segundo lugar, Clausewitz intentó conocer la esencia de bellum para afirmar la autonomía del individuo frente a ese fenómeno resultando que, al final de cuentas, sólo encontró que éste era inconmensurable. Por ello recurrió a la tesis del genio, como único capaz de actuar convenientemente para alcanzar en lo posible un objetivo político.
La apelación al genio vino determinada por tener, el General prusiano, la conciencia de que en las costumbres sobre las maneras de hacer bellum se podía obtener las herramientas necesarias para la solución de problemas ab e in bello. A partir de esta creencia, Clausewitz intentó establecer una serie de principios generales, que pudieran constituirse en la base de una nueva ciencia y que permitieran aprehender un fenómeno que por su naturaleza es cambiante, para luego actuar de manera conveniente en función de un objetivo establecido. A pesar de que Clausewitz apeló a la costumbre, no consideró los cambios que tuvo el concepto bellum en sí, y eso le dio al fenómeno un carácter metafísico que en realidad se hizo visible por la crítica que se hizo del esfuerzo de conceptualización intentado por el autor en Vom Kriege.
Sin embargo, Clausewitz afirmó que bellum era un movimiento para alcanzar un fin en condiciones extremas a partir de la creatividad en la solución de problemas e imprevistos de cualquier naturaleza. Este movimiento, que en sí corresponde en esencia a un juego, presuponía la permanencia de los jugadores, al final del juego, de modo que éste pudiera ser nuevamente jugado. La permanencia de los jugadores en este sentido, era dada a partir de la mesura en el acto bélico en sí, y esta mesura le daba a la propuesta un carácter moral por el efecto que la trinidad tenía en la composición de dicho fenómeno.
La apelación al genio estaba sustentada también en una estética entendida desde el punto de vista moral, con el inconveniente que, el concepto de libertad necesario, para hacer ésta idea viable estuvo en tensión tanto en la vida de Clausewitz como en su obra, por el impacto de la tradición y el advenimiento de nuevos paradigmas de orden político.
En tercer lugar, la idea del uso del instrumento bélico para provocar un cambio de estado favorable a quien de él se valiese para alcanzar un propósito político estaba determinada por la creencia en una necesidad de mantener limitado el alcance del uso del instrumento en sí, debido a que el uso en tanto que uso podía generar situaciones incontrolables. La razón por la cual se generaban estas situaciones tenía que ver con la inconmensurabilidad del fenómeno en sí, en tanto que una manifestación del cambio, en una circunstancia de cambio, en todo caso una manifestación de Physis. A partir de la experiencia histórica, Clausewitz sugirió la prudencia en llegar a una solución usando ese medio, dado el carácter sangriento del mismo y la poca certeza que se tenía de que pudiesen ser alcanzados los objetivos que hubiesen determinado seguir ese camino. Ello explica la idea de la mesura que contenía la expresión prudencia frente a ese fenómeno y el carácter moral subyacente.
Bellum fue para Clausewitz, también, un horroroso espectáculo que se presentaba por acuerdo de las partes que seguían ese camino para alcanzar fines políticos. Este fue el sentido del duelo, duorum bellum. La guerra fue, consecuentemente, un estado donde se presentaban los actos de bellum indiferentemente de si existía o no un acuerdo previo y que no fue percibido por Clausewitz por la alta frecuencia de actos bélicos que presenció y conoció en su vivencia. La paz fue para él un acuerdo que suspendía momentáneamente bellum que no tuvo las connotaciones de unión, eirene o superación de una situación adversa y su finalidad era la preparación para la realización de otro acto bélico. Con el tiempo las expresiones bellum (y polemos) se relativizarían, permaneciendo las expresiones de “guerra” (war, krieg, etc.) para denotar el acto como sí fuera éste el estado. Y el estado en sí, donde la violencia política era potencial, fue denominado paz, hasta que por efectos de la revolución francesa, bellum adquiriera otra finalidad y otra naturaleza, relativizándose aún más el estado de paz, es decir, el acuerdo que cesaba el enfrentamiento, favoreciendo, por consiguiente, la permanencia de una de las manifestaciones de Physis, la guerra y bellum, como lo era y es hoy día el terror y el terrorismo. Esta relativización fue la que ocultó los diversos significados que ha tenido ese fenómeno a lo largo de la historia e impidieron al mismo Clausewitz ahondar sobre la naturaleza del mismo.
En cuarto lugar, el concepto utilitario de bellum que suministró Clausewitz y que fue tomado, en general por todos sus referencistas, sin cuestionar los fundamentos de su obra, también ocultó las dudas que tuvo este autor sobre un fenómeno que trató de comprender, pero, estas mismas dudas y la serie de conceptualizaciones que él hizo de este fenómeno también han dado las bases para una mejor comprensión.
Intento de comprensión que sólo se inició cuando se ha tenido la certeza de que el fenómeno en sí se ha mantenido presente a pesar de todos los esfuerzos realizados para su erradicación. Estos esfuerzos también se han visto frustrados por el hecho que, al tomar como referente un fenómeno difícil de conceptualizar, ha sido difícil definir su opuesto y esta circunstancia ha traído como consecuencia que la humanidad no haya podido salir de un circulo conceptual producido a partir de otros conceptos que al final de cuentas se fundamentan en la duda, el temor y el horror. Ello se manifiesta en que, a partir de Clausewitz, se han consolidado dos visiones de bellum, en sentido utilitario: una que sigue la visión tradicional del instrumento que tiene a Rawls y Habermas como sus continuadores a pesar de la visión kantiana subyacente (esto es lo que se podría entender como bellum limitado). La otra visión proviene de la idea de  revolución de acuerdo con el criterio de Arendt, que hoy día puede ser denominada de derecha o de izquierda y que han seguido los discípulos de Marx y Engels por un lado y de C. Schmitt por el otro.
Si bien fue difícil para Clausewitz, estudiosos y seguidores conceptualizar un fenómeno que al final de cuentas ha sido históricamente un intento de reproducción/representación de Physis, en general, ha sido mucho más difícil establecer un concepto de su contrario, de su opuesto, que ayude a erradicar algo que forma parte de nuestra condición humana y por ende de difícil comprensión. Tal vez, partiendo de otro enfoque, es decir, algo que siendo expresión de la misma Physis y común a todos, fuese lo deseable y asumido de forma explicita por todos, a partir de sus capacidad para crear y sin presuponer un fin de la Physis por ser ésta inconmensurable, se podría establecer un camino que evitara a la humanidad padecer terribles males bajo la inconsistente argumentación de obrar por el bien común. Al respecto, la expresión armonía, podría ser la base para ello.
Todas las evidencias presentadas precedentemente permiten hacer mención al vínculo existente entre las nociones de guerra y paz, a partir de la relación que se estableció entre las nociones de bellum y paz. No obstante, habría que aclarar que la expresión vínculo refiere unión, relación recíproca y fundación, es decir, base sobre la cual se erige una cosa. Desde esta perspectiva, se puede afirmar que la expresión vinculo no viene dada por la noción de identidad de los contrarios que refiere al carácter excluyente que en sí hayan podido parecer los términos bellum y paz, porque el mismo Clausewitz expresó que la paz era el momento de preparación para bellum y bellum en sí era un acto que buscaba un fin político. Esta visión clausewitziana plantearía el problema de entender la paz como un efecto de bellum o de entender bellum como un efecto de la paz. Este problema en sí evidencia la dificultad de aprehensión del objeto de estudio y un problema de conceptualización ya referido previamente.
Si se considera la entidad que hace bellum y pacta la paz, es decir, el Estado, se tiene que ésta entidad, desde el punto de vista westfaliano, ha sido una entidad erigida para hacer bellum en defensa de un estado de cosas existente y que se traducen en un orden político que eventualmente fue y ha sido aceptado por quienes hacen vida en él. Desde este enfoque se podría afirmar que hay una relación recíproca entre bellum y paz dentro de un estado de guerra encarnado por el Estado.
Ahora bien, si se tiene presente que Clausewitz hizo bellum dentro de un orden político aceptado e hizo bellum también fuera de ese orden, bellum en tanto que acto puede ser considerado una representación en relación con el orden aceptado y una manifestación de una situación específica fuera de ese orden. Como representación bellum fue hecho por quienes en representación de ese orden político perseguían su reestablecimiento o la imposición de otro. Como manifestación, bellum, en tanto que expresión de la condición humana es una manifestación de Physis, en donde la inconmensurabilidad está en el todo y en cada una de las partes, por lo cual hay una posibilidad de elección y de creación que está en cada individuo y que no ha sido considerada en función de ese orden. Como representación a partir del orden existente, bellum, entonces ha asemejado el efecto del intento de los representantes de ese orden de reproducir algo desde una caverna (que ha sido también una representación), siguiendo la metáfora de la caverna de Platón, con las consecuencias que eso ha traído consigo.
A partir de la idea de orden y de la pretensión de representar ese orden fue que Clausewitz llegó a la conclusión de que bellum era un horroroso espectáculo. A partir de la expresión horroroso espectáculo, el general prusiano abogó por la mesura y esta mesura era la que debían adoptar los genios, los conductores militares y políticos, en tanto que decisión individual con efectos colectivos, por lo que sólo es posible establecer vínculos entre bellum y paz a partir de los individuos, no a partir del Estado dentro de la perspectiva westfaliana, debido a que el Estado es la continuación de la guerra con otros medios, usando la expresión clausewitziana, en tanto que representación de un orden indiferentemente del carácter quiditativo que el concepto de bellum tuvo subyacente. Desde esta perspectiva es posible afirmar la existencia de una relación recíproca entre guerra y Estado, de la que se fundan y han fundado los conceptos de bellum y paz. Este hecho permite asociar guerra y bellum con terror y terrorismo, haciendo necesario tratar de darle a la expresión paz un significado que vaya más allá de la idea de orden que ésta trae subyacente.
Desde la perspectiva de la expresión guerra, como efecto de un estado producido por una representación, se podría vincular entonces bellum (Krieg) con paz como un momento de una mismidad en sentido heideggeriano, pero si se toma en consideración la unidad de los contrarios, base de la tesis heracleitica, bellum (polemos) en tanto que metáfora del proceso que conduce a esa unidad, resulta pertinente hablar de vinculación en tanto que unión, porque desde la perspectiva de la guerra, bellum y paz han supuesto momentos sucesivos entre los que participan en un duelo y la idea de la unidad indica simultaneidad y por consiguiente, superación de una situación previa como ya se ha afirmado.
Consecuentemente, si se entiende la expresión guerra, bellum o krieg, no como una representación, sino como una metáfora que indica la unidad de los contrarios, entonces se puede afirmar que es posible superar ese estado originado por la pretensión de representar una representación y obtener nuevos horizontes de comprensión del todo a partir de las partes que permitan la creación de condiciones para superar situaciones adversas que afectan al todo y a cada una de las partes.




[1] Para Gadamer un prejuicio era un juicio que se formaba antes de la convalidación definitiva de todos los momentos que eran objetivamente determinantes (I, 2003: 337)