martes, 8 de agosto de 2017

NEGOCIACIÓN: EL APAGA FUEGO DE LA REBELIÓN VENEZOLANA

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La teoría de la guerra revolucionaria de Lenin y en especial de Mao Zedong estaban planteadas en términos absolutos, es decir, buscaban la aniquilación de la organización político-administrativa del adversario como medio para instaurar su concepción de la política. Este aspecto hay que tenerlo presente en la crisis venezolana desde el año 2002 y en especial entre los años 2014-2017 para comprender por qué la tiranía logró mantenerse de manera efectiva debido a que la izquierda internacional ha construido un cuerpo doctrinario desde el siglo XIX que le ha permitido construir una estructura de acción que ha sido puesta en práctica desde que el Foro de São Paulo se apropió de Venezuela de manera efectiva desde el año 2004 y le ha permitido negociar en una posición de fuerza frente a una clase política histórica que actúa en base a la obtención de objetivos limitados. Este corpus teórico puede ser observado en www.marxists.org. Por ello vamos examinar, en primer lugar, cómo ha operado históricamente este corpus teórico, en segundo lugar, analizar cómo ha sido aplicado en Venezuela y, finalmente, vamos a analizar los inconvenientes que ha presentado la doctrina izquierdista en su aplicación a Venezuela. El objeto es demostrar el inconveniente de negociar con una estructura de acción de esa naturaleza si no se posee una fuerza equiparable.
Los esfuerzos que el comunismo ha empleado para alcanzar el poder en sus diferentes variantes (local o global) datan de la segunda mitad del siglo XIX. El Manifiesto Comunista puede ser considerado el horizonte de comprensión para marcar un punto de inicio de ese esfuerzo sostenido teniendo presente que ya habían o estaban aconteciendo procesos revolucionarios en Europa con esa ideología. Teniendo esto presente, esa izquierda tuvo que aprender de los fracasos para lograr sostenerse efectivamente en el poder en Rusia sobre todo después de su guerra civil. Con ese logro y por intermedio de los congresos internacionales que se iniciaron también en la segunda mitad del siglo XIX se comenzó a producir una doctrina que se fue alimentando de errores y aciertos con el transcurrir del tiempo. Primeramente se consideró esta doctrina como el medio para que cada sociedad pudiese construir el socialismo en cada país y después de la Segunda Guerra Mundial, como medio de generar un nuevo orden fuera del capital y el Estado tal como lo había concebido Marx siguiendo su particular visión filosófica de la historia.
Los aciertos en este corpus teórico se observaron primeramente en China y fueron perfeccionados en Argelia y en Vietnam y posteriormente en Cuba y Nicaragua, pero no fue exitoso en el resto de Iberoamérica ni ha demostrado ser exitoso en la conservación del nuevo orden ni en alcanzar el objeto que supuestamente motivó la destrucción del orden antiguo, es decir, una sociedad sin clases dentro de un contexto de abundancia. Esto se evidenció en el hecho que los supuestos marxistas ni sus consecuencias se produjeron en la Unión Soviética ni en el resto de los países donde se puso en práctica, al contrario han provocado el despliegue de desgracias a un ritmo temiblemente acelerado. Ello explica porque, en todos los casos, han asumido un carácter totalitario.
En relación a la aplicación de este corpus teórico en Venezuela podemos afirmar que esto se produjo en tres fases históricas: la primera acaeció en la década de los años sesenta cuando se pensó, de forma errónea, que los éxitos en Argelia y Cuba podían ser repetidos en el país. La segunda, cuando se inició el proceso de infiltración de la FF.AA.NN aprovechándose de su carácter pretoriano, es decir, del grado de politización existente en los cuadros militares[1]. La tercera se inició a partir del año 2005 cuando se instrumentó la “Nueva Doctrina Militar venezolana” una vez que se había logrado el control de la FF.AA. después del año 2002. Sobre la primera y segunda fase hay que comentar lo siguiente: el hecho decisivo que impidió la instauración de un sistema totalitario fue la movilidad social que hubo en el país entendido por la posibilidad de mejora de las condiciones sociales de los venezolanos. En estas fases los interesados en subvertir el orden no poseían el poder de negociación suficiente para producir un cambio político. Cuando se comenzó la desaceleración de la movilidad social fue que se comenzaron a crear las condiciones de posibilidad de aplicar el corpus teórico de la izquierda internacional. Ello ocurrió a partir del año 1989.
No obstante lo señalado, hay que mencionar lo siguiente: si bien, parte de  la subversión se acogió a la política de pacificación iniciada a principios de los años setenta, la izquierda siguió planteando el cambio político en términos absolutos mientras que el orden venezolano instaurado con el Pacto de Punto Fijo lo planteó en términos limitados desde la perspectiva clausewitziana. Para la izquierda había una guerra revolucionaria que las circunstancias la obligaron a aceptar unas condiciones para ganar tiempo e ir construyendo su nueva estructura de fuerzas.
La revuelta de Tiananmén, el colapso soviético y yugoslavo y el aislamiento cubano obligaron a la izquierda internacional a reagruparse y revisar su corpus teórico para adecuarse a las nuevas circunstancias del conflicto global. De ahí el surgimiento del Foro de São Paulo para replantear el conflicto a escala global y la adopción no sólo de medidas surgidas de las críticas realizadas a la doctrina existente, sino también la de nuevas formas de hacer la guerra hechas por pensadores post-estructuralistas y chinos. ¿Qué buscó este foro? Aumentar su poder de negociación a escala global que logró efectivamente con el cambio político iniciado en el país a partir del año 1998.
¿Por qué, luego de diecinueve años, no se ha podido concretar el proyecto político en Venezuela?
La respuesta a este interrogante tiene dos vías: en primer lugar, los venezolanos han resistido ese proyecto político desde sus orígenes tempranos y en segundo lugar, no ha generado una sociedad de la abundancia como este proyecto preconizaba. Esto nos lleva finalmente, a analizar los inconvenientes que ha presentado la doctrina izquierdista en su aplicación a Venezuela. Esto lo vemos a hacer examinando primeramente la realidad global, seguidamente la tiranía entendida como instrumento de una organización transnacional y posteriormente la oposición venezolana.
La realidad global ha estado sujeta a la sucesión de grandes cambios sociales que se han acelerado en las últimas décadas del siglo pasado. Estos cambios han sido posibles por la existencia de un ciclo determinado por la producción y el consumo que a pesar de sus implicaciones ambientales no se ha detenido. Este aspecto es el que solo me interesa destacar en el sentido que la izquierda ha buscado detener ese ciclo y ello se ha traducido en retraso donde se ha aplicado. Ello explica que la visión del mundo de la sociedad norcoreana esté suspendida en la guerra fría, la sociedad cubana en la década de los años cincuenta y la sociedad venezolana en la década que marcó el fin y el inicio del tercer milenio. Por ello siempre he creído que un cambio político debería producirse para estar en sintonía con el mundo entendido como una totalidad. No para producir un desfase cuya acentuación produzca calamidades de todo orden debido a que pasa a ser un sinsentido como el que estamos viviendo en el país.  
El elemento a favor que han tenido los izquierdistas venezolanos que han sido instrumentos del foro de São Paulo es que tienen conciencia de que forman parte de un proyecto global. La parte siniestra del proyecto internacional en Venezuela es que ya están conscientes de que su esfuerzo fracasó por no comprender la lógica del desfase de los cambios sociales y, como hemos indicado, están usando como instrumento a los venezolanos. El foro de São Paulo al haberse apropiado de los recursos venezolanos dispone de un alto poder de negociación porque le permite acceder a medios de canje en cualquier parte del mundo. Este poder de negociación lo mantiene aún en una posición de fuerza. En Venezuela este poder de negociación se complementa por el hecho de disponer de los instrumentos de violencia del Estado. El elemento en contra que ha tenido la izquierda, además de la incomprensión antes indicada está dado por el hecho que se ha visto obligada a someter a toda la población para preservar el poder. Este acto de fuerza ha generado una atemporalidad en relación con el mundo que en el país se evidencia en carestía y pérdida de la posibilidad de procurarse su modo de trascendencia. Ello explica la rebelión.
Con respecto a la ‘oposición’ venezolana me han preguntado qué entiendo por ella y he dicho que tendencialmente es una multitud, es decir, un conjunto de singularidades y grupos minoritarios que han operado más o menos en común. Ello empezó a verse de forma más clara en la rebelión ciudadana que se inició en marzo del presente año. Esta oposición está o estaba conformada por grupos de diferentes tendencias (partidos, asociaciones, individuos) cuyo plano de inmanencia está dado por su rechazo a la tiranía. Pero repasemos un poco los acaecimientos para determinar su consistencia. Entre enero y marzo del presente año la preocupación de los partidos políticos congregados en la Mesa de la Unidad (MUD) era las elecciones regionales dentro de un contexto de deslegitimación generado por las negociaciones que realizaron a espaldas de la población y permitieron que la tiranía se sostuviera. El inicio de la protesta realizado por los estudiantes se produjo por la conjunción de una serie de factores que para simplificar estuvieron determinados por un conjunto de sentencias realizadas por el Tribunal Supremo de Justicia. Luego que se iniciaron estas protestas se integraron los partidos agrupados en la MUD y otros sectores de la sociedad venezolana.
El poder de negociación de esta multitud estaba dado en su capacidad de destruir el orden político en la medida en que no fuese canalizada ni domesticada. Este fue su punto a favor. Para poder destruir se necesitada una estructura, no una conducción personificada, por ello propuse una estrategia del enjambre debido a que se observaba como un medio, un principio democrático, para generar una unidad de criterio a partir del plano de inmanencia antes indicado y evitar la domesticación mediante la rutinización[2]. Eso fue lo que hizo la MUD. Un proceso de domesticación de la protesta para erigirse como representante. Este fue su punto en contra. ¿Por qué? Porque la MUD no tiene poder de negociación. Esta organización se montó en una situación para lograr lo que aspiraban, es decir, las elecciones regionales. La tiranía ha negociado con la MUD porque la ha visto como un instrumento para amainar la protesta no porque desease negociar. Aquí entra de nuevo el corpus teórico.
La izquierda transnacional solo negocia en situaciones simétricas, es decir, cuando la mutua destrucción es posible o cuando se encuentran en desventaja y solo para aumentar su poder de negociación pero manteniendo su norte de alcanzar objetivos absolutos. La MUD perdió su poder de negociación en octubre de 2016 y se prestó para alcanzar fines partidistas usando a la población venezolana que dio su vida en las calles en estos meses del año 2017. Claro, hay sus excepciones dentro de ese grupo partidista. Para mi estas excepciones estaban dadas por los que protestaban con escoltas y los que no.
Con ello, puedo afirmar que la rutinización de la rebelión y la negociación en la que participaron dirigentes de la MUD solo sirvieron para apagar la rebelión. La MUD o mejor dicho, parte de ella, negoció sin la autorización de los protestantes y sin tener poder para ello y, en este sentido, es conveniente enfatizar que no se puede negociar en condiciones de desventaja. La multitud no opera bajo una estrategia erosiva sino de choque y la dirección no la da la jefatura sino una estructura pluridireccional y multidimensional. Por ello se puede afirmar que la multitud es una hidra de múltiples cabezas que operando en común es altamente destructiva. Solo de aquí puede surgir, como se dijo, un principio democrático que vaya más allá de la tiranía y la MUD.
Para finalizar podemos afirmar que los partidos de la MUD que se prestaron a esa maniobra están entrampados. Luego de la movilización internacional en apoyo a los venezolanos y de certificar que los poderes de la tiranía están desacreditados quieren ayudar a legitimar a la tiranía pasando por encima del esfuerzo de todos los venezolanos. Creo que este va a ser su fin debido a que, al no poseer poder de negociación, necesitan de migajas para garantizar su supervivencia. Esto plantea dos interrogantes: ¿Qué títulos se abrogaron los “negociadores” de la oposición para negociar? y ¿Cuál fue el contexto de la negociación?
Sobre el primer interrogante el título que se abrogaron los “negociadores” de la oposición fue el carisma y la evidencia fue la domesticación de la rebelión. Pero si se analizan las situaciones y los discursos sobre todo en estos tres últimos meses lo que se observa es ambigüedad con la sola excepción de María Corina Machado que, a mi parecer, necesita urgentemente adquirir una visión estratégica de amplio alcance. La arenga de Leopoldo López apuntó a las elecciones regionales. De los demás, ni hablar: ‘Negociaron’ a los venezolanos. Con respecto al segundo interrogante, el contexto de la negociación fue una rebelión con muertos, heridos y detenidos. Después del 01MAY una parte de la multitud buscó escalar y otra parte se quedó expectante para ver hasta cuánto se podía sostener la revuelta.  Ahí fue donde se observó la fractura de la cohesión de los dirigentes de la MUD que acompañaron la protesta. Mientras los jóvenes dirigentes partidistas se mantuvieron empeñados fueron usados para la ‘negociación’. Luego aparecieron los discursos ‘pacifistas’ como preludio a la estrategia de domesticación. Negociar bajo el argumento de ser pacifista en medio de una rebelión es incongruente a menos que el juego fuese domesticar o no se tuviese la suficiente confianza en sí mismo para seguir adelante con la rebelión. Aquí fue donde operó el corpus teórico que sustenta la tiranía: manipularon a los “negociadores” que mental y físicamente estaban amarrados. Por ello se puede afirmar que no existe negociación cuando no existe un equilibrio de fuerzas. Cuando no hay eso que se denominó en el pasado destrucción mutua asegurada, el contexto de la negociación es un espejismo cuando la otra parte, la tiranía, está buscando alcanzar objetivos absolutos.  
Por su parte, la tiranía está operando con un corpus teórico suministrado por la izquierda transnacional. Su temor no fue la MUD sino la multitud y utilizó a la MUD para contener a la multitud. Pero este cuerpo no ha sido capaz de dar cuenta de los cambios sociales que ha vivido la humanidad y aquí es donde se encuentra su vulnerabilidad, es decir, la a-sincronía entre teoría y realidad. Por ello, su doctrina se ha convertido en un dogma que no ha sido considerado por la oposición como un todo por la arrogancia que han tenido en subestimar a sus oponentes y a la multitud. Esta es el foco al cual debe apuntar la multitud para ejecutar su próximo turno.
Venezuela no se rinde…




[1] Ver al respecto: “El Nuevo Ser-Militar venezolano en la Nueva Venezuela Republicana”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/06/el-nuevo-ser-militar-venezolano-en-la.html
[2] Ver al respecto: Acerca del ‘Plan Zamora’: De la unicidad de la tiranía a la multiplicidad del enjambre. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/06/acerca-del-plan-zamora-de-la-unicidad.html

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