domingo, 7 de enero de 2018

LA CRISIS VENEZOLANA Y LA RESTITUCIÓN DE LA PAZ Y SEGURIDAD REGIONAL.


Se ha tendido a usar la expresión “intervención humanitaria” para proponer una alternativa que permita crear las condiciones de posibilidad para poner fin a la crisis política que vive el país y que tiende cada vez más a convertirse en una crisis regional. Sin embargo, creo que el uso de esta expresión obedece a la impotencia de un importante sector de la población que vive, por una parte, el empobrecimiento, la tendencia a estar cada día padeciendo una soledad no deseada y con un riesgo creciente de muerte por diferentes causas generadas por una tiranía que busca por todos los medios garantizar su permanencia en el poder y, por la otra, la traición de una parte importante de la clase dirigente que se hizo llamar opositora y ha pactado con unos individuos que no se han cohibido en destruir la dignidad de las personas para sus propios fines por ser un “complejo capitalista”[1]. La dignidad se destruye corrompiendo no mediante el sometimiento de los individuos al imperio de la necesidad. La corrupción se manifiesta de diferentes formas y no tiene reparo. Del imperio de la necesidad se sale aprendiendo a usar la razón.
Hay muchos autores que han señalado que lo que vive Venezuela no ha tenido precedentes en la historia, es decir, que una organización transnacional cuyos delitos se han descubierto por intermedio de la legitimación de capitales se haya apropiado de un país para imponer una forma de Estado que aparenta oponerse a un orden global que en realidad se encuentra dentro de un proceso de transición cruenta que evidencia en sí misma que la guerra ha cambiado su naturaleza.
La impotencia generada por el sistemático proceso de deshumanización a que está siendo sometido el venezolano ha producido desesperación y esta ha desembocado en esos pedidos de “ayuda” internacional, pero creo que hoy más que nunca estamos sometidos a la máxima que más o menos reza “ayúdate que yo te ayudaré”, es decir, si no hacemos nada no podremos ser ayudados debido a que la tiranía está usando en su propio beneficio los principios de la carta de las Naciones Unidas (ONU) de soberanía, “no injerencia en los asuntos internos” y la prohibición de usar la fuerza armada para la solución de controversias. Como la misma Carta establece unas condiciones y unos mecanismos por medio de las cuales es posible la intervención siempre y cuando amenacen la paz y la seguridad internacional donde las organizaciones regionales cumplen un importante papel, vamos a examinar la condición de posibilidad de la intervención humanitaria, describir la actual naturaleza de la guerra y posteriormente analizar las posibilidades que otorgan otros mecanismos regionales de seguridad siempre y cuando la población venezolana se haga digna de la ayuda internacional debido a que, en principio, la dignidad es un tema de sumisión o insumisión. Los sumisos son a los que se le ha “extirpado” ese “complejo…” de alguna u otra manera, y los dignos son los que aun sometidos a fuerzas superiores resisten de cualquier forma para destruir aquello que los oprime e impide que puedan perseverar en su propia existencia.
Sobre la intervención humanitaria.
La intervención humanitaria es un concepto muy ambiguo porque abarca un conjunto de acciones de naturaleza política, diplomática y militar. De igual forma, este concepto no aparece en la carta de la ONU pero el desarrollo del concepto ha sido posible debido a la relativización del concepto de soberanía[2]. Según Abrisketa (2000) son
“el conjunto acciones emprendidas por la comunidad internacional en el territorio de un determinado Estado con el fin de proteger y defender a la población de violaciones graves y masivas de los derechos humanos fundamentales, y de garantizar la asistencia humanitaria a las víctimas de conflictos armados cuando el gobierno soberano impide su paso”[3].

En términos restrictivo es una acción generalmente coercitiva realizada sin el consentimiento del Estado. El consentimiento la convierte en una acción humanitaria como ocurre con las operaciones de paz realizadas en el marco de la ONU. Como en Venezuela no hay consentimiento el asunto es cómo actuar de manera coercitiva frente a una situación de violaciones masivas de los derechos humanos en contextos de conflicto civil y de desmoronamiento del Estado. Si se consideran los ejemplos de la ex – Yugoslavia, Ruanda, Somalia y más recientemente Libia y Siria ello resulta muy problemático. En los tres primeros países hubo intervención cuando la pérdida de vidas humanas había llegado a escalas que fueron vistas como intolerables en el sentido que podía afectar la estabilidad regional. En el caso de Libia y Siria es aún más complicado por la acción internacional también estuvo motivada por factores geopolíticos. 
En Libia, M. Walzer en un intento por justificar de manera diferente la intervención armada expresó, a partir del concepto de caridad de Maimónides, que una intervención armada de carácter humanitario puede ser permitida si esta persigue ayudar a ser independiente a individuos y Estados, respetando al efecto la dignidad de las personas y comunidades que van a ser ayudadas, pero reconoce que se necesita el establecimiento de principios de caridad y justicia que se puedan compartir con otros pueblos (2011:73 y 79)[4]. Pero en ese país africano no se ayudó a nadie y al contrario vive una situación de guerra tribal desde que ocurrió la intervención. De ahí la importancia de ayudarse para poder ser ayudados. 
En Siria, un país que es producto de la aglutinación de importantes restos de civilizaciones, está encajonado (junto con Irak) dentro de tres potencias regionales como son Turquía, Irán y Arabia Saudita que a su vez mantienen entre ellos relaciones tendencialmente competitivas (en especial los dos últimos). Como se sabe, este país padece una guerra civil caracterizada por el tipo de interacciones que se producen entre ese conjunto de civilizaciones que ha sido aprovechada por potencias regionales y extrarregionales para sus propios fines trayendo como consecuencia que el conflicto en general se haya prolongado, haya favorecido la intervención de potencias extrarregionales bajo la figura de intervención humanitaria (principalmente países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN)[5] y/o acto de defensa unilateral (Rusia, Turquía e Israel), la acción de movimientos anti-estados o anti-westfalianos[6] y, finalmente, haya provocado millones de víctimas. Teniendo esto presente, para pensar en una intervención humanitaria en Venezuela hay que pensar en la escala siria y ya sabemos cuál ha sido la respuesta internacional al respecto.
Esta realidad nos obliga a examinar la naturaleza de la guerra actual para comprender cómo se ubica el conflicto venezolano.
La naturaleza de la guerra actual.
Los Estados, que han constituido la legítima estructura de representación política, hoy en día se encuentran en crisis, pero no es lo mismo pensar el Estado en Europa que en América y en especial en Iberoamérica. En Iberoamérica los Estados nacieron débiles en cuanto a las premisas sobre los cuales se implantó el orden westfaliano. Ello explica la recurrencia de conflictos civiles en la segunda mitad del siglo XIX y todo lo largo del siglo XX. En Iberoamérica primero fue el Estado y sobre él se construyó un orden inestable mixto tal como lo pensó Machiavelli, es decir: mitad republicano y mitad nacional en el sentido oligárquico del término[7]. En Europa el Estado fue después...
Esta debilidad estructural en Iberoamérica se ha constituido en el punto de aplicación del esfuerzo de los movimientos anti-westfalianos y ello explica porque la región ha sido el blanco de ataques después del año 1991.
Como el objetivo ha apuntado a la destrucción de las instituciones estatales iberoamericanas aprovechando esta debilidad estructural, la naturaleza de la guerra actual se manifiesta en la destrucción de los órdenes internos estatales como medio para crear las condiciones de posibilidad para destruir el orden global. Ese ha sido el propósito del Foro de Sao Paulo. El modo en que se ha manifestado esta acción ha sido en la desinstitucionalizacion política como se ha vivido en Venezuela y se está viendo en Colombia. La desinstitucionalizacion ha dado paso a la implantación de un sistema político totalitario que ha operado de manera simultánea con la destrucción de la estructura político-social y del tejido que la sostenía.
La destrucción del tejido social y de las instituciones políticas de estructuras estatales tradicionales en el sentido que permanecieron de forma inestable por dos siglos en la región y el cambio de circunstancias a escala global, crearon las condiciones de posibilidad para pensar en la instauración de un nuevo orden político regional con pretensiones globales de una manera más eficiente. Este orden no es republicano ni democrático ni está basado en una estructura de representación o participación como se está construyendo en Venezuela, sino en el miedo y la sumisión.
La eficiencia en la implantación del sistema totalitario ha sido lograda en el sentido que se les ha hecho más fácil destruir los Estados desde dentro, aprovechando su debilidad estructural, que mediante una acción exterior como una guerra en sentido westfaliano. Las guerras internacionales son muy costosas como ocurrió en las Malvinas y la subversión fue un fracaso, como ocurrió en toda Iberoamérica. Esta es la naturaleza de la guerra, es decir, la destrucción de los órdenes políticos desde dentro amparándose para ello en los principios de la carta de la ONU que materializan los estatutos establecidos en Westfalia en el año 1648.
Teniendo esto presente la manifestación de la guerra se observa en Venezuela desde hace algún tiempo a pesar de la feroz resistencia que ha hecho la sociedad desde el año 2002. Dicho de otra manera, la naturaleza de la guerra se expresa como el proceso de desaparición del orden político desde sus cimientos mediante la “extirpación de la dignidad” para generar un grado de inestabilidad que destruya el orden regional y global. Cómo se observa esto en Venezuela. Además de la destrucción antes indicada se observa en la disposición de la antigua clase dirigente en negociar y colaborar para mantener ‘espacios políticos’ y en la acción de los poderes económicos tradicionales para mantener sus privilegios. Estas tres intencionalidades operan como una suerte de triple tenaza. Pero se ha producido un cambio de circunstancias. El cambio de circunstancias se ha dado gracias al surgimiento de una ciudadanía republicana diferente a la triple tenaza que la sujeta.
En este contexto, Venezuela no necesita de una intervención humanitaria a no ser que sea vista como un medio para generar una discusión o un mediocre pretexto para actuar en el país teniendo presente situaciones más graves a escala global. Pero vista la actual naturaleza de la guerra, el régimen que se ha apropiado de Venezuela constituye una amenaza a la paz y seguridad internacional en la medida que va consolidando su proyecto político regional a pesar del rechazo y el sufrimiento de la población como se observa en Venezuela y se está comenzando a observar en Colombia. Este proceso de destrucción fue detenido en Argentina, Paraguay y Perú. Panamá, Guatemala, Costa Rica, Chile y Uruguay han logrado mantenerse al margen. Haití, República Dominicana, Nicaragua, Bolivia y Ecuador se encuentran en una situación estable sin proyectar inestabilidad. Honduras y Colombia se encuentran en una situación crítica. Cuba es el foco de desestabilización que ha usado a Venezuela como instrumento para sus fines hasta agotar todos sus recursos y ha inducido a su clase dirigente a actuar al margen del derecho y las prácticas consuetudinarias internacionales extirpando dignidades. Por ello he insistido que hay un eje, es decir, Cuba-Venezuela, que cuenta con muchos aliados en la región, que ha logrado extender sus acciones a Colombia con el consentimiento de la clase dirigente de ese país, del Vaticano y de la izquierda europea permitiendo con ello entender la situación regional como una arista de los conflictos que afectan a la humanidad por las conexiones existentes.
Ahora vamos a estar viviendo un momento crítico debido a que México y Brasil van a ser objeto de desestabilización como medida de presión con el objeto de asegurar la situación en Venezuela y Cuba y lograr avances significativos en Colombia como ya he indicado en otro ensayo[8]. Con esa potencial acción contra esos países se va a evidenciar de forma más clara la naturaleza de la amenaza en la región y va a facilitar el emprendimiento de acciones contundentes a escala regional en función de los instrumentos existentes. Pero los venezolanos tenemos que ayudar para que eso así sea. Si la relación Cuba-Venezuela-FARC  constituye una amenaza regional, veamos ahora qué mecanismos pueden ser usados para conjurar la amenaza.
Sobre el Consejo de Defensa Suramericano.
Ya hemos indicado que la intervención humanitaria no está contemplada en la carta de la ONU. Pero así como los principios indicados al inicio de este ensayo limitan el empleo de la fuerza, la misma Carta establece su excepción cuando ocurre una agresión o hay una amenaza a la paz y seguridad internacional. Como los derechos humanos se han convertido en derechos universales, cualquier violación puede ser vista como una agresión que ameritaría una respuesta proporcional para impedir la continuidad del daño para restituir el orden y reparar el daño mediante el establecimiento de responsabilidades. Teniendo esto presente, el Consejo de Seguridad podría autorizar acciones coercitivas contra un Estado con objeto de detener las violaciones de derechos humanos, pero la trama de relaciones existentes en el caso venezolano no es aplicable debido al apoyo de China y Rusia al orden que se implantó en el país. Una solución a este problema lo constituiría una acción unilateral vistas como último recurso para detener violaciones fragrantes de derechos humanos cuando se han agotado todos los medios diplomáticos y de presión que hayan sido aplicados.
El órgano que ha aplicado esta unilateralidad ha sido la OTAN desde el mismo momento que asumió como misión en un espacio euroatlántico
defender la seguridad y los valores democráticos dentro y fuera de sus fronteras, incluyendo entre sus cometidos la lucha contra el genocidio, el terrorismo y las armas de destrucción masiva” (Abrisketa, 2000).

Este cambio, que puede ser visto como la consagración de un derecho de intervención humanitaria unilateral por parte de la OTAN, ha estado relegando el papel de la ONU a un segundo plano. Este hecho es aún más notorio si se considera que EE.UU., principal país miembro de la OTAN ha presionado a la ONU en diversos campos incluso el presupuestario[9].
A nivel regional, la posibilidad de actuación de la OTAN se hizo patente a partir del año 2006 con el ejercicio Joint Caribbean Lion conducido por el Reino de los Países Bajos, pero, la situación en Ucrania, Corea del Norte y en el eje Siria-Irak con la consolidación de un estado kurdo independiente[10], además de su presencia en Afganistán, limita la capacidad de acción de esa organización para realizar un acto unilateral que puede desembocar en otra Libia, Siria o Irak. Se pudiera pensar, como se consideró hace algunos años en una intervención para salvar vidas, como un acto de legítima defensa sobre todo en relación con las comunidades como las portuguesas y españolas, pero la experiencia lusa en Angola y la crisis catalana constituyen un importante freno a acciones unilaterales por parte de esos países con el apoyo de la OTAN[11]. Con este escenario habría que examinar la situación de los mecanismos de seguridad regional.
A nivel americano, si bien el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) se creó con otro propósito y mostró su inoperatividad en el caso de la guerra de las Malvinas, puede ser visto como un antecedente del Consejo de Defensa Suramericano. Este consejo es un instrumento de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que podría ser utilizado en virtud de que fue concebido para actuar, entre otras cosas para ratificar la democracia y garantizar “el respeto irrestricto a los derechos humanos…, con el fin de reforzar y garantizar el estado de derecho” dentro de un marco de no injerencia en los asuntos internos de los Estado, etc.[12]. Así pues, como se ha evidenciado en otros foros de integración regional como el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la misma ONU, en Venezuela se ha destruido la democracia y las instituciones del Estado y se ha incurrido en violaciones graves de derechos humanos por lo que el país ha violado un tratado que promovió y no ha estado en condiciones de liderar.  Además, con el avance político de la FARC (en su doble condición) con el apoyo cubano y venezolano, Colombia está en condiciones, a no ser que espere hechos más concretos, de denunciar la injerencia en los asuntos internos e invocar la legítima defensa de manera más contundente que los potenciales casos de Brasil y México que se presentaran por los actores políticos que están compitiendo[13].
Esta potencial situación permite invocar desde ya ese instrumento regional en función de los intereses políticos de los países del continente y pensar incluso la realización de acciones unilaterales en mejores condiciones para mitigar la crisis venezolana. Es decir, usar dicho consejo como un boomerang por las trasgresiones que ha realizado y potencialmente podría realizar la tiranía venezolana con el fin de obligar a considerar la situación regional como un elemento componente del conflicto que hoy día está comenzando a sacudir el mundo. Pero para ello se requiere de la acción política de la sociedad venezolana para reducir la capacidad de maniobra de la tiranía.
Corolario.
Con la neutralización de la Asamblea Nacional el panorama político se ha aclarado. Los venezolanos, a los que no le han “extirpado” o no se han auto-extirpado la dignidad, sabemos que sólo contamos con nosotros mismos y eso es una fortaleza en un contexto de gran desventaja. En la historia, a pesar de que tenemos muchos ejemplos, el otro pueblo que vivió una situación desventajosa de semejante naturaleza fue el polaco. El pueblo polaco dominado por los nazis en el año 1944 y ante la inminencia del dominio soviético no se quedó de brazos cruzados y a la espera de un milagro a pesar de su religiosidad. No me interesa mostrar los sangrientos hechos que caracterizaron la insurrección polaca sino el espíritu que la motivó y las condiciones en que actuaron. El espíritu fue el conatus que alentó y fortificó el cuerpo para la acción en las peores condiciones para lograr su libertad. La dignidad se expresa en este espíritu. Cuando se dice que se ha “extirpado” la dignidad en realidad lo que se está diciendo es que se le ha extirpado el espíritu y ese es el camino de la sumisión, la entrega y la colaboración. Basta decir que los polacos no tenían recursos para hacerle frente a los nazis ni a los soviéticos, pero la manera de comportarse digna fue lo que les permitió resistir la ocupación soviética hasta el año de la liberación en 1989. Cayeron y se levantaron, pero no se sometieron. Fueron dignos. Esa es la esencia de la resistencia.
Los venezolanos hemos caído y nos hemos levantado desde el año 2002, sólo falta ahora tejer desde abajo los nuevos fundamentos para la acción política que creen las condiciones para la restitución del orden quebrado y colocar, de una vez, a un lado a sumisos y colaboradores porque el escenario que se presenta, a pesar de su dureza es favorable.



[1] Sólo basta ver todas las tristes situaciones que ha generado en el país la “promesa de los perniles”. Por lo demás, ver al respecto: Sánchez García, A.Ecce Homo”. Caracas. El Nacional el 02ENE2018. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/ecce-homo_217510: [Consulta: 05ENE2018] y Álvarez, T el 28DIC2017.: https://mobile.twitter.com/tulioalvarez/status/946370946549600256 [Consulta: 05ENE2018]
[2] Sobre este tema ver al respecto: ROUSSEAU, C. (1984). Derecho Internacional Público. 3ª Ed. Barcelona. Editorial Ariel. 742 p.
[3] Ver al respecto: ABRISKETA, J. (2000). Intervención humanitaria en el Diccionario de Acción Humanitaria
y Cooperación al Desarrollo. Editado Icaria y Hegoa. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.dicc.hegoa.ehu.es/listar/mostrar/131 [Consulta: 01ENE2018].
[4] Ver al respecto: WALZER, M. (2011). “On Humanitarianism. Is Helping Others Charity, or Duty, or Both ?”. New York. Foreign Affairs Vol 90 N° 4. Pp 69-80.
[5] De estas intervenciones han recelado países como China, Rusia, Cuba debido a que la defensa de derechos humanos pudiera volverse en su contra y podría afectar sus intereses en los lugares objeto de intervención (Abrisketa, 2000).
[6] Sobre este tema de los movimientos anti-estados ver estudios anteriores publicados en: BLANCO (2016). Ontología de la guerra. crítica al concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri. Caracas. Ediciones Rivero-Blanco. 376 p, y (2014). “Venezuela y la Máquina de Guerra Islámica”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2014/11/venezuela-y-la-maquina-de-guerra.html [Consulta: 31DIC2017].
[7] Ver al respecto: MACHIAVELLI, N. (1513/2001). Il Principe. Con uno Scritto di G. W. E. Hegel. 9ª ed. Milano. Feltrinelli. 140 p.
[8] Ver al respecto: “Los Bufones de la Historia: Socialismo y Colaboracionismo, la crónica de un Ritornelo”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/11/los-bufones-de-la-historia-socialismo-y.html
[9] Ver al respecto: “Trump fuerza un recorte millonario en el presupuesto de la ONU”. Madrid. ABC Internacional. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.abc.es/internacional/abci-trump-fuerza-recorte-millonario-presupuesto-201712270223_noticia.html
[10] La consolidación de un gobierno autónomo kurdo en Siria y otro en Irak marca una clara tendencia al establecimiento de un Estado kurdo a expensas de esos dos países. Como los kurdos cuentan en la actualidad con el apoyo de EE.UU. y Occidente, en general, se visualiza un importante escenario de confrontación que podría significar la fragmentación de Irak en tres Estados: uno kurdo, con el apoyo antes señalado, uno sunita, con el apoyo de Turquía, Qatar y Arabia Saudita, y otro chiita con el apoyo de Irán. Con este escenario de confrontación, la situación venezolana pasa a segundo plano en la escena internacional a no ser que se visualice una conexión entre ambas situaciones conflictivas.
[11] Igual ocurre con el Reino de los Países Bajos a propósito de la situación de las Antillas Holandesas.
[13] Este tema de la relación colombo-venezolana ya se ha analizado con profundidad en anteriores entregas. Ver al respecto: “Operación Escorpión: La Crisis de la Corbeta “Caldas” en una visión Prospectiva” en: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2014/07/operacion-escorpion-la-crisis-de-la.html

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